Por: Juan Niño López
Hace algunos años, la revista Forbes publicó la lista de las 25 ciudades más sucias del mundo. (https://www.forbes.com/2008/02/24/pollution-baku-oil-biz-logistics-cx_tl_0226dirtycities_slide_2.html)
Fusagasugá no estuvo en esa lista.
Exactamente, en diciembre del 2008 me visitó János Barthas, amigo húngaro, quien trabajaba, desde hacía casi 20 años, para una fundación internacional dedicada al estudio de la polución en la tierra. János conocía, aproximadamente, 96 países y no menos de 250 ciudades de ellos. Durante su visita, hizo esta sentencia que me molestó como colombiano y habitante de Fusagasugá: “Esta ciudad puede ser una de las más sucias del mundo”. Por supuesto, mi reacción inmediata fue decirle: “No exagere, no es para tanto”. Entonces, me explicó: “Las poblaciones tienen dos tipos de suciedad: la que se ve y la que esconden. Mire usted, Juan, en el almuerzo de ayer, en el restaurante, fue necesario pedir que limpiaran los cubiertos; hoy hemos caminado frecuentemente esquivando excrementos de animales (y humanos); ahora, aquí, hay gran cantidad de basuras en las esquinas; en las vías públicas, restos de demoliciones y construcciones. Si esto es lo que se ve, qué podemos pensar del aseo en la cocina del restaurante y en el interior de las personas que ensucian la ciudad.
Tuvimos otras varias conversaciones sobre el tema. Yo seguía pensando que János exageraba en este asunto del aseo y la limpieza de Fusagasugá. “La higiene personal y la pública están estrechamente relacionadas. Una ciudad es limpia si su gente es limpia en su casa, en su cuerpo y en su mente. Y es descuidada y sucia si así es su ciudadanía”. “La consciencia de la limpieza y del aseo personal, incluso el intimo, lleva, necesariamente, a la conciencia de la higiene pública”.
Yo le insistía que no exagerara en este tema. Le dije que Fusagasugá no se podía calificar como una de las ciudades más sucias del mundo si se comparaba con las 25 primeras que había publicado Forbes. “Esa no es la perspectiva” – respondió-. “Casi todas las 25 ciudades que figuraron en la lista Forbes tenían alta densidad de población. Fusagasugá urbana no llega a los ciento cincuenta mil habitantes ni tiene un sector industrializado que contamine; casi toda la basura, el desorden y el desaseo los producen, directamente, la ciudadanía común y corriente, no identifico ningún otro agente.”
Por todos estos argumentos de János, llegué a pensar que su sentencia era cierta, fundamentada; sin embargo, quien quiera a Fusagasugá no puede pensar, nunca, que sea una de las ciudades más sucias del mundo; esto es una exageración, sin importar que aquí existen varios restaurantes de estratos bajo, medio y alto que no dan todo el cuidado al aseo e higiene de su cocina, tampoco importa mucho si los dueños de mascotas, perros, gatos, caballos, etc, los dejan defecar libremente por las calles como lo hacen, también, algunos habitantes humanos y al parecer con la consciencia alterada; ni se debe exagerar diciendo que esta es una de las ciudades más sucias del mundo por el simple hecho de que los constructores arrojen escombros a las vías públicas y que hombres, mujeres, niños, jóvenes y viejos boten basura, poca o mucha, en cualquiera parte y a cualquiera hora, es decir, este amor por Fusagasugá no permite ver con claridad que János tenía razón, aunque ciertamente falta muy poco para que esta ciudad sea señalada por Forbes como una de las más sucias del mundo.
No exagere. Ahora bien, tal y conforme con lo que nos respondió el dueño de uno de los restaurantes en los que fue necesario pedir que limpiaran bien la loza y los cubiertos: “Si a usted no le gusta este desaseo, pues váyase por donde vino”.
Yo todavía no logro saber si el asunto del aseo en Fusagasugá lo deben resolver las escuelas y colegios, las universidades, los padres de familia, la Secretaría de Educación o la de Cultura, la empresa de servicios públicos, la policía, el Alcalde, el Concejo, mi vecino, usted o yo. No puedo caer en el dicho de que “el aseo de Fusagasugá es un asunto de todos” porque sé bien que lo que es de todos no es de ninguno. En este estado, en Fusagasugá, la responsabilidad de la limpieza y el aseo parece estar en el Papa, si se aprovecha su próxima visita para que hasta el gato se preocupe por mostrar falsamente que la ciudad es ordenada y limpia.
Mientras tanto, como no hay un poder humano que obligue a los ciudadanos a darse la dosis necesaria de aseo mental, corporal, habitacional y urbano, debemos pedir a las once mil vírgenes que nos den paciencia y tolerancia para seguir caminando entre excrementos y basuras, eso sí, abriendo bien los ojos para no caer en la trampa del “municipalismo barato y patriochicofolclórico” que nos hace sacar pecho cuando decimos que Fusagasugá es muy sucia pero no tanto como para ser catalogada entre las más sucias del mundo.
A propósito, aquí, festejo y acompaño al Maestro Andrés Becerra quien está preparando un extraordinario y magnífico Coplerío para realizar una Campaña de Amor y Aseo por Fusagasugá con la esperanza de que la Alcaldía Municipal, Emserfusa, la empresa privada y toda la ciudadanía la hagamos propia cantando una copla con la consciencia limpia, el interior limpio, el sobaco aseado, la casa limpia, la ciudad limpia, muy pulcra en todos sus confines incluidos los políticos, religiosos, académicos y el rincón de las cucarachas.
Yo no pierdo esa antigua costumbre con la que me siento feliz tratando de encontrar algún conocimiento útil que me complemente el interés de estudiar, investigar y saber, por esto les dejo la cordial invitación para que todos cantemos, con el Maestro Becerra, la Copla de Higía; con esta podemos llegar a ser un modelo para el mundo, pero, claro, antes debemos enterarnos quién es Higía para lo que sugiero leer el siguiente enlace a la Internet https://es.wikipedia.org/wiki/Higiene.