“Sin obediencia es imposible tener fe”

Por Julián Gelvez

Es apenas natural que cuando nos enfrentamos ante las adversidades de la vida, nuestra fe disminuya.  Esta reacción es muy humana pues Dios nos provee de emociones, de un alma con la capacidad para sentir ansiedad y miedo. A veces nos encontramos en situaciones que nos arrinconan al punto de sentir terror y quedar paralizados ante las dificultades de nuestro diario caminar. Pero Dios nos pide tener fe inclusive en los momentos donde creemos que todo está perdido.

En el libro de Lucas (8:22-25) Dios nos da una lección acerca de mantener la calma en las situaciones más adversas. Durante el relato bíblico de la tormenta, nos es narrado como los discípulos se aterrorizan ante semejante tempestad, tanto así que deben despertar a Jesús para avisarle que van a morir ahogados.  Jesús despierta en medio de la angustia de sus discípulos y advierte sobre su falta de fe, que en últimas es falta de confianza en Dios.

En el relato se pueden desentrañar varios mensajes del Espíritu Santo, en un primer momento podemos observar que aún los discípulos, aquellas personas que caminaron con Jesús, que le escucharon, que le vieron haciendo milagros, aún éstas personas sintieron miedo en un momento de angustia.  Eso da cuenta de que el miedo es una emoción que nos acompaña desde siempre. En un segundo momento, los discípulos olvidan que van con el hijo de Dios en la misma barca y en un último momento Jesús los exhorta por la falta de fe y también esa fue una oportunidad para demostrar su poder y de cómo aún la naturaleza puede ser doblegada ante su presencia.

A veces nosotros decimos tener a Jesús en el corazón pero la verdad es que solamente lo honramos de labios (Mateo 15: 8-9) pero nuestro corazón está alejado de Él y eso lo demostramos con la actitud con la que muchas veces nos enfrentamos a la adversidad. Ignoramos que Jesús está con nosotros dentro de la barca y Él nunca nos abandonará.  Y también llama la atención la manera en con el hijo de Dios los invita a tener fe y es demostrando que la naturaleza le obedece. ¿Nosotros somos obedientes cuando Jesús nos habla? O seguimos haciendo nuestra voluntad.