Los partidos que hoy tienen la mayoría en el Congreso todos compiten con listas abiertas y, salvo el Partido Liberal, todos los demás perderán un número considerable de las curules que hoy ostentan.
Los sectores que conforman el Pacto Histórico pasarán de tener el 6% de representación en el Congreso a, al menos, el 20%. Si las encuestas de opinión, que no son fáciles para esta elección, se acercan al resultado, ese sector tendría unos 22 senadores y 25 representantes. Colombia podría tener por primera vez en toda su historia un Senado con mayoría absoluta conformada por sectores de centro izquierda.
Será el resultado, claro, del contexto político, pero especialmente de la estrategia adoptada por Gustavo Petro de competir con listas cerradas a nombre del Pacto Histórico con lo que logró asociar la elección congresional a la presidencial, no por la vía de las consultas, sino directamente con la propuesta de: si queremos gobernar necesitamos mayoría en el Congreso.
En los últimos treinta años, en Colombia las elecciones de Congreso están disociadas de la elección de Presidente. Desde 1998, quien es elegido Presidente de la República por primera vez no ha contado con el apoyo inicial de la mayoría de quienes han salido elegidos congresistas, aunque después siempre han conseguido armar una coalición mayoritaria en el legislativo.
Uribe y Santos tenían las mayorías en el Congreso cuando se reeligieron y Duque la tuvo en la segunda vuelta para derrotar a Petro, pero ninguno de los tres contó con el apoyo de la mayoría de los congresistas originalmente. En el pasado, en cambio, parte de la explicación de la hegemonía liberal de 70s a los 90s se basó en que contaba con la mayoría en el Congreso.
El debilitamiento de la fidelidad partidaria y la separación de las elecciones, que se realizan en fechas distintas fueron las causas que llevaron a que algunos sectores incluso crean que compiten en las elecciones presidenciales, pero no lo hacen en las de Congreso.
El calendario es determinante como lo demostró Macron en Francia, donde se elige primero presidente y después el parlamento. Hizo listas propias y literalmente arrasó con los partidos históricos.
Petro parece haber interpretado bien el momento y entendió que solo podría conseguir un buen resultado en el Congreso si asociaba esa elección a su nombre como ya lo había hecho Uribe en dos ocasiones. La clave era cerrar la lista. De hecho, Uribe ya lo había probado: la primera vez que fue senador obtuvo un resultado mucho mayor que cuando optó por el voto preferente.
La Coalición de la Esperanza desoyó esa petición de su cabeza de lista, Humberto De la Calle, se fue por la lista abierta y eso separó inexorablemente el resultado de la elección de congreso de la de presidente y afectó el resultado de su consulta para elegir un candidato único.
El Nuevo Liberalismo también se la jugó por una lista cerrada y los estudios de opinión también indican que obtendrán un buen resultado. Pasarán el umbral y elegirán 4 o 5 buenos congresistas.
Los partidos que hoy tienen la mayoría en el Congreso todos compiten con listas abiertas y, salvo el Partido Liberal, todos los demás perderán un número considerable de las curules que hoy ostentan.
Petro, además, apostó, en una jugada inédita, a extender la misma estrategia a la Cámara de Representantes. Jugadas parecidas habían hecho en el pasado algunos sectores políticos para el Senado, pero ninguno lo ha intentado en la Cámara, por lo que los partidos tradicionales han tenido allí una gran preeminencia.
Los sectores del Pacto Histórico tienen hoy apenas unos seis representantes y probablemente logren crecer a 25 porque obtendrán representación en departamentos donde no habían conseguido escaños, todo porque su elección está completamente unida al nombre de Gustavo Petro, otra vez, con la decisión de cerrar las listas.
Si a los 22 senadores del Pacto Histórico, se le suma 9 o 10 de la Coalición de la Esperanza, 4 del Nuevo Liberalismo, 5 de los Comunes, 2 de la circunscripción especial indígena y, eventualmente, al menos una parte de los 15 que elegirá el Partido Liberal, estaríamos cerca de que se integre una coalición mayoritaria con tendencia de centro izquierda, muy opuesta a la actual mayoría congresional.
Nunca, en toda la historia republicana de Colombia, el Congreso ha tenido una mayoría de centro izquierda, ni siquiera en los años 30, en la época de la revolución en marcha, en la que, si bien el liberalismo tenía mayoría, una parte de sus senadores y representantes eran de convicciones que se podrían encuadrar en la centro derecha.
La mitad de ese sector no está apoyando a Petro y si gana tendría que integrar una coalición de gobierno en la que tendría que hacer muchas concesiones. Eso si gana Petro, pero y si pierde y gana alguien de derecha la situación de gobernabilidad puede ser particularmente compleja.
Sea de ello lo que fuere, Colombia ha ido transitando, paulatina pero inexorablemente a vivir en un escenario en que el Gobierno no necesariamente tiene mayoría en el Congreso, lo que tiene de bueno que rompe esa especie de complicidad entre ejecutivo y legislativo que tanto ha debilitado el sistema de controles que diseñó la Constitución, pero genera riesgos de bloqueo institucional e incluso de inestabilidad política.
Ya Duque, que conformó una coalición mayoritaria débil, tuvo que soportar la caída de tres de sus ministros por la posibilidad de que se votarán mociones de censura en su contra. Cualquiera que sea el resultado de la elección presidencial vienen tiempos turbulentos.
Vía: La Silla Vacía