La cita era temprano en la mañana, el día poco soleado invitaba a recogerse en algún lugar para disfrutar de un buen café. Elegimos una panadería frente a la Universidad, el olor a pan fresco rondaba el sector. De repente un fuerte ruido rompió la calma del momento. Una piedra golpeó fuertemente el vidrio de la panadería que afortunadamente no cedió ante el golpe. Al mirar de dónde provenía la pedrada, vimos dos sujetos habitantes de calle, peleando a viva voz con un ciudadano que decidió responder a las provocaciones de los indigentes con violencia.

La disputa se trasladó al interior de la panadería. En medio del susto me refugié detrás de los hornos y tímidamente intenté grabar con mi celular lo que pasaba. Entre gritos y súplicas del dueño del lugar, los hombres salieron y continuaron su persecución en la calle. Los clientes gritaban a los empleados para que llamaran a la policía.

Luis Alonso, propietario de la panadería espera una pronta solución.
Luis Alonso, propietario de la panadería espera una pronta solución.

Luis Alonso Ramos, propietario de la panadería donde ocurrieron los hechos, indicó,  “la problemática es de todos los días, es de inseguridad con las personas habitantes de calle que sacan a los turistas y a la misma gente de Fusa corriendo y esto impide que uno tenga una buena venta, la gente misma lo dice, ellos ya no vienen porque no se sientan afuera porque se sienten agredidos, están desayunando o compartiendo con alguien y llegan a pedir que les regalen, que les den, de mala manera…aproximadamente desde que llegué hace 8 meses estoy viviendo lo mismo. La señora de acá al lado, que tenía un buen restaurante, tuvo que cerrar por lo mismo. A ella le llegaban desde temprano a pedirle comida de mala manera, a amenazarla, a tratarla mal, hasta que ella decidió irse”.

Desde el momento en que se presentó el inconveniente que evitó la toma del café, hasta el momento que abandonamos la panadería, pasaron cerca de 45 minutos. La Policía no llegó.

De acuerdo con estudios del Dane, entregados a comienzos de 2016, se considera pobre a una persona que sobrevive con 2,2 dólares o menos al día e indigente a la que lo hace con un dólar o menos.

Según el mismo estudio, la pobreza extrema abarca a un hogar que recibe ingresos por debajo de $ 408.436.

Colombia calcula la pobreza a partir de los ingresos monetarios de los hogares, pero también a través del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que evalúa cinco dimensiones de los hogares colombianos: condiciones educativas del hogar; de la niñez y la juventud; trabajo; salud, y acceso a servicios públicos y condiciones de la vivienda.

Estas dimensiones involucran 15 indicadores; aquellos hogares que tengan privación en por lo menos el 33 % de los indicadores son considerados pobres.

Luis Antonio Cifuentes Sabogal, Alcalde Municipal, respondió respecto al tema “ nosotros nos comprometimos a incluirlos como una política pública de habitantes de calle, lo que pasa es que no tenemos los medios físicos ni los recursos económicos para garantizar que ya podamos hacerlo, pero vamos a trabajar en la política pública y en la medida en que a  través de la secretaría de desarrollo social, secretaría de gobierno los podamos atender pues magnífico, pero hay que hacer un esfuerzo porque no podemos dejar incrementar este cinturón, lamentablemente somos una ciudad intermedia y les queda muy fácil desplazarse desde las ciudades hasta Fusagasugá, en eso estamos trabajando también pero respetando los derechos humanos que es lo más importante.”

Mientras el gobierno central insiste en anunciar que la pobreza en Colombia se redujo a un 27,8 por ciento de la población y la indigencia a un 7,9 por ciento en 2015, pese a la desaceleración de la economía, la realidad de la calle es otra.

Tan sólo logramos el registro fotográfico de éste hombre, una mujer y otro joven lo acompañaban, pero fueron demasiado agresivos para dejarse tomar la foto.
Tan sólo logramos el registro fotográfico de éste hombre, una mujer y otro joven lo acompañaban, pero fueron demasiado agresivos para dejarse tomar la foto.

 

Un indigente carece de hogar, servicios sanitarios básicos, alimentos necesarios, una vestimenta adecuada y puede llegar a consumir drogas. El habitante de calle es una muestra clara de la desigualdad y las condiciones de extrema pobreza que se viven en nuestro país, lo cual a su vez, trae consigo el incremento de problemas conexos como la inseguridad. Fusagasugá no escapa del flagelo. Los ciudadanos constantemente se debaten entre el temor y el valor disfrazado de violencia en contra de estas personas, que ya sea porque son consumidores de drogas o porque eligieron vivir por fuera del sistema, habitan las calles sin que nadie actúe para buscar soluciones definitivas. El apoyo y colaboración del estado y la sociedad son totalmente nulos. Entre tanto, la inseguridad sigue, el número de los mal llamados indigentes, aumenta y los comerciantes, ciudadanos y autoridades, seguimos esperando, no sabemos qué, pero esperamos.