A propósito de esperanza y paz, compartimos una columna de Andrés Felipe Castañeda: 

«Somos nosotros: Joel y Ainara» 

A veces hay que apaciguarse y mirar hacia otro lado, escribir sobre cosas distintas, menos densas, menos perniciosas. Porque la política sigue siendo la política, pero el mundo continúa ahí, resistiendo, pese a todo. Porque a veces lo menos importante es más importante que lo importante. Porque mientras unos se empeñan en destruirlo todo, otros simplemente viven, haciendo que el mundo se rebele constantemente. Porque a estas alturas, vivir es un acto contestatario.

Y claro: las noticias -que están en todas partes, en los noticieros y en las redes sociales- no tienen espacio para revoluciones semejantes, pero de vez en cuando alguna rebelión se desliza entre los titulares. Hace poco encontré en Facebook la foto de uno de esos letreros de los que se valen las administraciones de los edificios residenciales para dar a conocer los anuncios parroquiales. «Muy importante -inicia el comunicado, resaltado y en negrilla- Se ha detectado la presencia de un gato en el garaje del edificio y que alguien está dándole de comer. Se ha avisado para que intenten sacarlo del garaje y se ruega que no le den comida. Gracias. El administrador». Entonces viene la rebelión, porque entre las líneas del comunicado impreso en una hoja tamaño carta, está escrita a mano, en letra que a mí parecer es infantil, la respuesta: «Somos nosotros: Joel y Ainara. No vamos a dejar que se muera de hambre. Llamar para que lo vengan a recoger. Mientras siga aquí le vamos a seguir dando comida». Y rematan reafirmando los nombres: «Joel y Ainara». La fecha, escrita a mano, parece ser diciembre de 2014, pero en realidad no importa. El nombre del edificio y su ubicación no pueden verse, pero eso tampoco importa. Lo importante es el acto, por sencillo y hermoso, de anteponer lo esencial a lo material. Por supuesto que el mundo tiene sentido y vale la pena si alimentar a un gato es más trascendental que la orden del administrador de un edificio. No sé en qué terminó la historia detrás de la foto, pero la verdad es que es tan bonita que merece tener un final feliz: que Joel y Ainara adoptaron al gato, por ejemplo.

De repente uno se puede encontrar algo más. En Internet circula un video de un bebé que ríe a carcajadas cuando su padre lo lleva a mojarse por primera vez con la lluvia. Tal vez en unos años, le digan a ese niño que mojarse con la lluvia produce fiebre y resfriado, tal vez dentro de un tiempo ni siquiera le guste la lluvia, pero lo importante es que al conocerla, el bebé ríe.

Esos actos rebeldes ocurren todo el tiempo, en todas partes, y si uno corre con suerte puede encontrárselos en una calle cualquiera. Hace un buen tiempo, iba regresando a casa de noche, y vi a un niño intentando cubrir con una cobija de lana a un perro callejero.  Es cierto que nos queda esperanza, y mucha, si un niño quiere arropar  a un perro callejero para que no pase frío por la noche. Y uno todavía se come el cuento de que estamos jodidos.

Andrés Castañeda M.
@acastanedamunoz