Por: Andrés Becerra L.
Cada vez que nos quejábamos porque nos habían hecho alguna picardía, alguien considerado tutor de algún modo (la mamá, la profesora o el sacerdote) nos salía con aquello de “debes perdonar a quien te hizo daño”. Ese consejo pervive en boca de nuestras amistades, quienes lo repiten cada vez que les contamos sobre la más reciente ofensa recibida.
Y la mayoría de las veces la respuesta nuestra es “yo quisiera perdonar, pero no puedo; lo que me hizo es demasiado grave y doloroso como para perdonarlo”. Otras veces nos rebelamos porque sentimos que ya hemos perdonado a esa persona en particular demasiadas veces, “y sigue haciéndonos la misma picardía…”
El consejo está mal dado. Uno NO DEBE perdonar. Perdonar no es algo que se pueda hacer POR DEBER, POR OBLIGACIÓN.
Al igual que otros verbos, no es posible conjugarlo en modo imperativo. No es posible ordenarle a alguien que ame, odie, perdone, disfrute, ría, etc. Esos sentires no surgen como resultado de un acto de la voluntad; no es posible ir en contra de lo que nuestra personal percepción de los eventos produce en nuestras emociones.
Es necesario revisar todas esas “órdenes” que nos han venido dando durante años (y que nosotros mismos hemos repetido sin mayor reflexión) para darnos cuenta de que, justamente por no comprenderlas adecuadamente, nos resulta imposible cumplirlas.
Perdonar es algo que OCURRE AUTOMÁGICAMENTE cuando se alcanza la capacidad necesaria; pretender que alguien perdone porque se le ordena sería tanto como esperar que un niño de tres años entienda la resolución de un problema de Cálculo porque se le ordena que lo entienda.
Así que el camino que nos queda, frente a la NECESIDAD de perdonar las muchas ofensas que guardamos celosamente (son un muy apreciado tesoro para muchas personas), es ADQUIRIR LA CAPACIDAD DE PERDONAR. Cuando la tengamos, perdonaremos sin necesidad de que nos lo soliciten, e incluso por anticipado.
Traigo este tema a discusión porque la “orden” de perdonar que nos dan, en lugar de resolver el problema, lo agrava, porque a la rabia que estamos sintiendo por lo que “nos hicieron” se suma el sentimiento de desagrado con uno mismo, la culpa, la mala autoimagen por no poder perdonar, y eso termina de destruirnos internamente, de convencernos de que no somos “buenas personas”.
Así que no se sienta mal por sentir que no puede perdonar algo. En lugar de gastar su tiempo y su energía en tratar de luchar contra su actual capacidad para manejar esos sucesos, enfóquela en desarrollar su capacidad para perdonar, que es algo que sí está en su poder.
Como no tenemos espacio para desarrollar ahora un tratado completo, iremos mostrando los sucesivos elementos en próximas entregas. Por ahora, lo que nos interesa es mostrar el absurdo de “ordenar” esas “acciones” que están fuera de nuestro control (dado que no tenemos la capacidad para ejecutarlas) y eliminar el sentimiento de culpa por no ser capaces de cumplirlas.
Ese mismo tipo de “órdenes” impracticables se presenta cuando nos dicen DEBES DECIR LA VERDAD, porque decir la verdad no es un deber, sino un derecho. DECIR LA VERDAD ES EL DERECHO QUE TIENEN LAS PERSONAS QUE VIVEN RECTAMENTE. Quienes se desvían de la rectitud NECESITAN MENTIR para poder soportarse a sí mismas y que los demás no las rechacen, y la verdadera solución no pasa por “obligarse” a decir la verdad sino por ADQUIRIR UNA VIDA RECTA QUE HAGA INNECESARIA LA MENTIRA.
NOTAS:
Mientras adquiere estas hermosas y maravillosas capacidades (de vivir rectamente y de perdonar), siga mintiendo y odiando, pero aproveche cada ocasión que lo haga para hacerse consciente de que lo está repitiendo y de que NECESITA URGENTEMENTE hacer un trabajo serio sobre sí mismo para adquirir esas capacidades, para crecer como ser humano, para vivir mejor.
Esta columna es continuación de “¡NO TIENE PERDÓN DE DIOS!”, que puede encontrar aquí: https://fusagasuganoticias.com/word/opinion/columna-de-opinion-reflexiones-sobre-el-perdon-no-tiene-perdon-de-dios/
Estos temas resultan más provechosos para todos si establecemos una conversación respetuosa y argumentada sobre ellos, así que espero sus comentarios e inquietudes. Mil gracias por su atención.