Por: Henry Amorocho Moreno

El año 2022 quedará en la retina de los colombianos como una de las más opacas vigencias en cuanto a la efectividad de la gestión del denominado control monetario integral que, realiza el Banco Emisor y el Estado con base en la función de autoridad monetaria cambiaria y crediticia; otorgada al sistema de Banca Central en el artículo 372 de la Constitución Política de Colombia. De igual manera, la labor del Estado desde la óptica de la planeación y la ejecución de la política pública, no ha sido suficiente, ni mucho menos oportuna; pues, más bien se obnubilaron viendo la viga en el ojo ajeno de la guerra de Rusia contra Ucrania y la crisis de cadena de suministros, entre otros; y no se dedicaron a observar la gran viga que internamente se venía profundizando a raíz de la repetitiva prédica de aumentar la tasa de interés para enfrentar el fenómeno inflacionario. De igual forma, no se tomaron medidas que coadyuvaran los efectos adversos que se venían produciendo en el alza de los precios por el crudo invierno y la ineficaz acción del Banco de la República en materia de control persuasivo, para mitigar la fuerte especulación cambiaria que, condujo al dólar a máximos históricos en noviembre de 2022.

De la misma manera, el resultado que se desprende de la equívoca política económica y monetaria que, se llevó a cabo para luchar contra la inflación fue de proporciones sísmicas, por razones entre otras; como que, a 31 de Diciembre de 2022, se presentó un incremento de 133% en el IPC;  igualmente, en cuanto a la evolución de la tasa de interés se observa que, esta variable aumentó en un 585% en la vigencia de 2022; y por contera la tasa de cambio se devalúo en el 20,2% en el transcurso de los 12 meses de 2022. Los anteriores resultados son demasiado lesivos para la economía como un todo, porque afectan de manera directa al sector real y a la sostenibilidad de la recuperación económica, al menos en la dinámica de crecimiento que el DANE comunicó del 7.5% para 2022.

De otra parte, indicadores como los precedentes se constituyen en fuerte reto para lograr la sostenibilidad, la disminución del desempleo y por contera para frenar la dinámica de la desaceleración económica en 2023. Sin embargo, es aconsejable que, se apliquen medidas de política pública monetaria, fiscal y de cobertura general que, reduzcan el ritmo inflacionario, propulsen la baja de las tasas de interés y se encaminen al logro de una tasa de cambio que, se ubique en niveles de convergencia con los fundamentales de mercado; pues, a 31 de diciembre el aumento del precio del dólar superó en cerca de tres veces el comportamiento del PIB de 2022.

Así las cosas, Colombia debe administrar con tino, sin emociones, con compromiso de país. Se hace necesaria la efectividad en la formulación, financiación y ejecución de la política pública que se apruebe en el Plan Cuatrienal de Desarrollo, así como en los posibles textos de reformas laboral, salud, y pensiones que se determinen en el poder legislativo.

 De igual manera, se hace pertinente ejecutar activamente el Plan Anual de Inversiones 2023 y la aplicación de mecanismos dinámicos de coordinación y ejecución interinstitucional de proyectos de inversión de regalías, Findeter, Enterritorio y de la gestión y ejecución del gasto público derivado de la aprobación de las reformas estructurales de 2023. En la misma perspectiva, se requiere al Estado actuando como mecanismo impulsor del crecimiento económico en la presente vigencia; y por demás en el papel comprometido de lograr generar más de un punto de crecimiento del PIB en el año 2023.

Por otra parte, si el comportamiento del Estado en materia de la ejecución del gasto de inversión es lánguida y rezagada como la de los últimos 5 lustros; y la política de aumento de tasa de intervención de la junta directiva del Banco de la República sigue sostenida hasta agosto o septiembre /23 y la incertidumbre de financiación del Plan y de las reformas no se dejan definidas en el escenario del debate y aprobación del Congreso de la República; el crecimiento económico podría estar entre 0.7% y 1. 3 % del PIB a 31 de diciembre de 2023. Es decir, en esta ocasión dejamos con pronóstico reservado y con características de puntos suspensivos al crecimiento económico para 2023, pero con la gran esperanza en que como colombianos y en unidad daremos claridad al horizonte fiscal y a la financiación de la ruta del desarrollo que recientemente inicia el curso de análisis, debate y aprobación en el Congreso de la República.