Por: Claudia Palacios

Esta vez fuimos las mujeres periodistas el blanco del presidente, quien, como es usual, lanza este tipo de declaraciones sin mostrar pruebas y ante seguidores incondicionales que le permiten y le aplauden sus ficciones narrativas.

Cuando la estigmatización proviene de una figura de poder, como un Presidente de la República, que justamente por la dignidad de su cargo tiene, más que cualquier ciudadano, el deber legal y ético de garantizar la libertad de expresión, el derecho a la información y la libertad de prensa, el daño es de incuantificables dimensiones.

Es una pena que el presidente Petro desperdicie su capital político sembrando odio y poniendo en riesgo el trabajo, la reputación y la vida de las personas. Esta vez, además, poniendo en evidencia su machismo y sesgos de género. Ni siquiera quienes han hecho un periodismo sensacionalista y falto de rigor merecen este tratamiento.

Para juzgar su trabajo existen leyes y normas a las que el presidente puede acudir. En lo que a mí respecta, no conozco a ninguna periodista que sea una muñeca de la mafia. Conozco a colegas trabajadoras, que han hecho su carrera a pulso e incluso poniendo en riesgo su vida y su familia, que defienden su criterio editorial con convicción y vehemencia, tal como tienen derecho a hacerlo en una democracia.

Lamento que nadie en el alto gobierno, el gobierno que creó un Ministerio de la Igualdad y que defiende la vida, haya salido a corregir al Presidente.