Por: Andrés Becerra L.WhatsApp Image 2016-09-16 at 9.50.51 PM

 No pretendo dar respuestas de erudito, sino hacer preguntas de interesado en el tema del perdón. Haré algunas reflexiones sobre el perdón, abordándolo desde diferentes ángulos, para ir formando en las sucesivas entregas de esta serie una imagen sobre el tema, que espero sea clara y completa, y al final, una metodología para adquirir capacidad para perdonar.

 Muchas personas, en muchas situaciones diferentes, durante muchos años, nos han dicho “debes perdonar…”, pero muy pocas, poquísimas (por no decir ninguna) nos ha dicho “cómo” se perdona, cómo se logra perdonar esa ofensa que nos duele tanto.

 Así que la orden, consejo o exhortación no sirve para mucho. Es tanto como si nos dijeran “debes encontrar una mina de oro…” ¿Y CÒMO LA ENCUENTRO? ¡Qué bobada!

 Pues hoy nos atrevemos a decir un “cómo”. Lo hemos comprobado muchas veces a lo largo de muchos años y aplicado a muchas situaciones diferentes, en muchos ámbitos (sociales, familiares, amorosos, laborales, económicos, etc.). Lo introduzco con una imagen.

Imagine que una señora descubre que su bebé de dos meses tiene el pañal mojado y decide cambiárselo, y tan pronto se lo cambia, el bebé orina el nuevo. Entonces la señora monta en cólera, insulta al bebé por desconsiderado, y le da unos cuantos chancletazos para que no vuelva a mojar un pañal recién puesto.

¿Aprueba usted la conducta de la señora? Seguramente no, y en eso coincide con la mayoría.

Por suerte para los bebés, y para la humanidad entera, la mayoría de las mamás no reaccionan tan violentamente, y cuando uno les pregunta por qué no castigan a ese pequeño desconsiderado, responden algo como “es que él no sabe aún controlar sus esfínteres, porque es muy pequeño”.

¿Qué nos están diciendo, expresado de otro modo? Nos están diciendo “yo no me enojo por eso porque COMPRENDO la situación del bebé”.

Esa mamá comprende que el bebé NO ES CAPAZ DE ACTUAR DIFERENTE, NO PUEDE HACERLO MEJOR. Eso es lo que hay, su naturaleza no da para más, su actual estado no permite exigirle más… en fin, el único camino que queda frente a esa situación (el único sensato, mejor dicho) es ACEPTAR que así son las cosas.

Pues ahí está «La Clave del Perdón»: COMPRENDER.

Si usted logra COMPRENDER la situación completa que parece ofensiva, las circunstancias y motivaciones de quien hizo aquello que a primera vista resulta molesto, la particular historia personal o los conflictos emocionales que carga el individuo, los temores del momento que lo hicieron actuar así, si usted COMPRENDE totalmente el asunto, usted no se enojará, ni pedirá castigo para él, ni lo marcará con una etiqueta descalificadora… usted simplemente hará lo que le corresponda hacer frente a eso, según sea su papel en el suceso, y pasará a otra cosa. Es decir, hará como la mamá que cambió el nuevo pañal y dejó atrás el chasco, sin seguirse torturando por eso el resto de su vida; si alguna vez lo recuerda, lo contará como una anécdota.

Si usted no logra COMPRENDER la totalidad del suceso quedará con una herida que reclama atención (es lo que la gente sabiamente llama “respirar por la herida”), y pedirá “justicia” (aunque su corazón desea es venganza), y seguirá recordando el asunto cada vez que algo similar vuelva a aparecer en su vida, y 30 años después (o 50, o en el momento de su muerte) todavía estará diciendo “es que lo que yo no puedo ACEPTAR es que fulanito bla, bla, bla…”, o dirá “es que lo que yo no ENTIENDO es que fulanito bla, bla, bla…”, y sin darse cuenta estará nombrando las puertas que lo pueden sacar de esa cárcel del rencor, del resentimiento, del odio, del deseo de venganza, porque si llegara a ENTENDER, a COMPRENDER la totalidad del suceso, desaparecería AUTOMÁGICAMENTE su malestar frente al mismo, y ACEPTARÍA que así ocurrió PORQUE EL INFRACTOR NO PUDO ACTUAR DE OTRO MODO, porque SU CAPACIDAD NO DABA PARA MÁS.

¿Dónde está en realidad el problema para ACEPTAR lo que otro hizo? En que tenemos una expectativa frente a su comportamiento, esperamos que actúe de cierto modo (según las normas de nuestra comunidad para ese tipo de situación), y cuando el “infractor” se sale de esas normas, no satisface nuestra expectativa, quedamos en desequilibrio emocional. Para recuperar nuestro equilibrio, otra norma de nuestra comunidad estipula que se debe realizar otra acción (dar disculpas, pedir perdón, pagar cárcel, etc.), y mientras no logremos que eso ocurra (o incluso después y a pesar de que eso ocurra) seguiremos reprochando esa infracción a la norma comunitaria.

Y aquí viene otro punto importante para ayudarnos a COMPRENDER a los “infractores”: Por extraño que parezca, nuestras expectativas frente a los demás están desenfocadas, son demasiado elevadas para el promedio de las personas; por eso MUY POCAS LOGRAN CUMPLIRLAS la mayor parte del tiempo, y TODOS INCUMPLIMOS ALGUNAS de cuando en cuando.

Por supuesto, nuestro EGO se protege estableciendo atenuantes para nuestras infracciones y agravantes para las de los demás, y decimos cosas como “pero al menos yo no robo, ni he matado a nadie…”, aunque quizás hemos hecho cosas muy dolorosas para otros.

La verdad es que la mayoría de nosotros nos parecemos más al bebé que no sabe controlar sus esfínteres que al ser adulto y racional que todos esperan que seamos. La verdad es que todos los días fallamos de diversos modos en el cumplimiento de algunas normas, aunque la mayoría de las veces no se noten, o nos las pasen por alto los demás porque ellos también fallan en esas. La verdad es que, si se aplicara estricta justicia, todos estaríamos en la cárcel, por una u otra razón, durante más o menos tiempo, y con más o menos casos de reincidencia.

Así que, como dijimos en la anterior columna de esta serie (https://fusagasuganoticias.com/word/opinion/reflexiones-sobre-el-perdon-no-debes-perdonar/ ) “en lugar de gastar su tiempo y su energía en tratar de luchar contra su actual capacidad para manejar esos sucesos, enfóquelos en desarrollar su capacidad para perdonar, que es algo que sí está en su poder”, y para desarrollar su capacidad para perdonar necesita incrementar su COMPRENSIÓN DE LAS PERSONAS y de las situaciones en que se ven comprometidas.

Entienda que no es que una falta sea imperdonable, sino que SU PERSONAL COMPRENSIÓN  de esa situación es insuficiente; por eso su subconsciente trata de ayudarle con una pista de lo que está ocurriendo cuando espontáneamente dice “es que lo que yo no logro entender ni aceptar es que bla, bla, bla…”

Por eso también hablamos del absurdo de la expresión “no tiene perdón de Dios” (https://fusagasuganoticias.com/word/opinion/columna-de-opinion-reflexiones-sobre-el-perdon-no-tiene-perdon-de-dios/ ), porque frente a Dios todos somos como el bebé de dos meses, frente a Él todos somos inimputables; por eso no puede existir “La Ira de Dios”, porque quien todo lo comprende nunca se enfurece.

Así que la causa de su rencor, de su odio, no está en lo que hizo el otro, sino en su poca COMPRENSIÓN y sus expectativas exageradamente altas frente a la verdadera capacidad de los humanos.

Y como ya nos extendimos demasiado, solicito su COMPRENSIÓN y dejo por aquí, con la esperanza de que podamos establecer un diálogo respetuoso y argumentado sobre este tema tan importante, tan VITAL. Mil gracias por su atención. Un abrazo.