Por: Hamilton Castro

Hamilton Castro

A través de la Historia de la Humanidad son muy conocidas varias de las grandes Religiones tradicionales como el Budismo, el Hinduismo, el Cristianismo, el Islamismo, etc. Que en un mundo tan convulsionado como el actual sería importante cuestionarnos y hacer un discernimiento que vaya más allá del sectarismo y la división dogmáticos que tantas guerras, odios y prejuicios causan, abanderados muchas veces por los mismos guías espirituales de estas Religiones. Porque ¿acaso fue este odio y división lo que realmente enseñaron a la humanidad los fundadores y profetas de estas importantes tradiciones? Pues si nos detenemos un momento y ponemos nuestra atención sobre los antiguos Libros Sagrados de estas culturas encontramos en realidad un mensaje muy opuesto a los frutos de sus actuales seguidores y líderes.

¿Y qué enseñanza es ésta?: es la Ley del Amor. ¿Pero qué es el Amor en realidad al cual   se referían estos antiguos guías y profetas de la Humanidad?

Miremos: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” Juan 3:16-18. “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la Ley y los profetas.” Mateo 7:12 “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es Amor.” Juan 4:7-8. Así nos enseñan las Sagradas Escrituras Cristianas.

Ahora veamos qué nos enseña el Libro Sagrado Budista, el Dhammapada: “El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a través del Amor. Tal es una antigua Ley eterna» Dhammapada (1:5) «No es un hombre noble, un santo, si daña seres sintientes. El que cultiva el Amor benevolente hacia todos los seres es llamado noble.” Dhammapada (19:270)

O el Libro Sagrado del Islam, el Corán: “La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro hacia el Oriente o hacia el Occidente, sino en creer en Dios y en el último Día, en los Ángeles, en la Escritura y en los Profetas, en dar de la hacienda, por mucho amor que se le tenga, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos…en cumplir con los compromisos contraídos, en ser pacientes en el infortunio, en la aflicción y en tiempo de peligro. ¡Esos son los hombres sinceros, esos los temerosos de Dios¡” Corán (2:177)

Por lo tanto, vemos la sencillez práctica de las enseñanzas de estas Culturas tan distantes pero a la vez tan próximas. Pues el denominador común de todas ellas se encuentra en la práctica de la Ley del Amor, Ley que a la vez es el mismísimo Creador, pues Dios es Amor, que se expresa a través de la práctica del Bien y en el combate del Mal que todos llevamos dentro de nosotros mismos y que da como resultado un mundo lleno de injusticias, guerras y dolor. Pues toda la injusticia del mundo y su dolor no es sino el resultado y las consecuencias de nosotros mismos. Y sólo nosotros mismos podríamos cambiarlo si comprendiéramos y viviéramos de acuerdo al Ser Eterno que creó este universo y a su más suprema y universal Ley, el Amor.