Por: Rodrigo Villalba Mosquera

A pesar de que el exvicepresidente Vargas Lleras ha tenido de tiempo atrás una posición contraria a las Farc, hizo parte -como fórmula vicepresidencial- de una propuesta de gobierno en la que la bandera principal fue el proceso de paz con ese grupo, la misma que en cabeza del presidente Santos acogió el pueblo colombiano en las elecciones presidenciales del 2014.

Efectivamente Vargas Lleras realizó algunas observaciones durante el proceso de negociación, las que se entendieron como simples disensos que no amenazaron la unidad al interior del gobierno. Sin embargo, lo ocurrido recientemente cuando Cambio Radical, en posición de bancada, decidió oponerse al proyecto de ley de implementación de la Justicia Especial para la Paz, JEP, indudablemente sí puso en aprietos el trámite, generando la reacción del presidente Santos, afirmando que quienes no estuvieran de acuerdo, debían retirarse de la coalición de gobierno, circunstancia previsible por ser la paz la bandera y legado del actual gobierno.

No es fácil entender lo que está pasando entre Vargas Lleras y el gobierno del que hizo parte durante siete años, el mismo que lo revistió de facultades y presupuesto para la infraestructura. La política es dinámica y todo puede pasar. Que Vargas Lleras se aleje del gobierno porque éste es impopular y puede afectar su candidatura presidencial del 2018. Otros –los más suspicaces- pensarían que ese distanciamiento era acordado. Pero Santos puede pecar de ingenuo pero no de trasparente, por lo que aseguramos que el rompimiento es real.

¿A quién le conviene la ruptura de Vargas Lleras con Santos? A nadie. En este escenario el más afectado es el proceso de paz, que con la posicion de Cambio Radical, podría tener inconvenientes en el Congreso. Creer que con su postura más a la ‘derecha’ canalizaría esa franja, es improbable, pues esa ya tiene un dueño que se llama Uribe.

No es fácil entender qué pasó. Creíamos que el más opcionado de la unidad nacional extendería puentes con los demás partidos de la coalición de gobierno. Pero tampoco entendemos que Vargas Lleras prevaleciera como estrategia las elecciones congresionales, ‘pisando callos’ en las regiones. Pues si prioriza como estrategia y logra la victoria en las presidenciales, es fácil conseguir las mayorías en el Congreso. “Pero doctores tiene la Santa madre Iglesia”. Lo cierto es que hoy cada uno está por su lado, en una campaña que se avizora de coaliciones, con el Centro Democrático y Partido Conservador de un lado; el Polo, los verdes y los llamados independientes apoyando a Fajardo, y el liberalismo haciendo un gran esfuerzo para tener candidato que despunte y registre, y desde allí convocar una coalición.

Lo cierto es la incertidumbre frente al debate presidencial del 2018. Seguimos pendientes de definiciones.