Por: Andrés Felipe Castañeda Muñoz
Si hay una palabra que defina el estado en que se encuentra El Pueblito Fusagasugueño es abandono: a ciertas horas del día más parece un pueblo fantasma, un pueblo arrasado por un éxodo masivo.
Allí, donde los sábados tiene lugar el mercado campesino, las paredes están llenas de rayones de colores y la hierba va ganando lugar entre las losas de concreto del suelo. El prado lleva meses sin ser cortado y se va tragando las jardineras, los juegos infantiles, las sillas. Todo. No se trata de un asunto menor. El Pueblito Fusagasugueño es la puerta de entrada al municipio. Por su cercanía con la Terminal de Transportes es, o debería ser, un sitio de atractivo turístico, pero visitarlo deja una cierta sensación de desconcierto. Es como si la puerta de entrada de una casa estuviera en mal estado y a punto de caerse.
Pero no es solamente el Pueblito el que parece un lugar sin almas. Las calles que lo circundan son poco menos que caminos veredales. Es difícil encontrar en Fusagasugá calles en peor estado que las del barrio San Jorge. Estas están llenas de huecos, algunos cruzan las vías de un lado al otro, el tránsito es difícil para vehículos y peatones. Las intersecciones que comunican la Avenida Panamericana con la paralela son caminos de tierra llenos de piedra y escombro.
La paradoja es mayor debido a la cercanía de la Administración Municipal con el barrio: en el Pueblito Fusagasugueño se ubican las Secretarías de Movilidad y de Desarrollo Económico. A pocas calles, incluso, está la Secretaría de Agricultura y Medio ambiente.
Eso mismo me dice don Luis, un hombre mayor que vive cerca: que han trasladado oficinas del centro al sector pero que no se ven las mejoras. “Esto está totalmente abandonado, es que es impresionante… Ya la ciudad creciendo de una forma alarmante y no ponen cartas en el asunto: las calles, como se da cuenta usted abandonados los parques… ¡todo!”. Don Luis termina su entrevista diciéndome que ojalá mostrar el estado del Pueblito sirva para que la administración haga algo.
“Esto lleva como cinco años así, y se ha ido deteriorando, deteriorando y deteriorando”, dice Henry, un hombre que trabaja como asesor de tránsito. Al principio, Henry no quería hablar demasiado, me dijo que no se necesitaba decir nada, que con mostrar las fotos de las calles bastaba. Le pregunto entonces si la comunidad ha solicitado la intervención de las vías y me contesta que sí, pero que la Alcaldía nunca ha dado respuesta. “La comunidad ha presentado derechos de petición, pero no le responden a la gente ni nada”. Y remata con una sentencia infalible: “Por toda la ciudad estamos lo mismo”.
Espere, la segunda parte del informe…