Por: Luis Alfonso Albarracín Palomino

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Continuaré en la presente columna, abordando un tema muy controvertido para el gobierno nacional y para la población colombiana y es el alza desmedida del precio mensual de la gasolina, que ha emprendido el gobierno nacional, desde que asumió el poder el pasado 7 de agosto de 2023. El gobierno nacional no cesa de sus intenciones alcabaleras de seguir aumentando progresivamente el precio de la gasolina, que desde que se posesionó el primer mandatario de los colombianos, se ha incrementado en $4.810 con el sofisma de distracción que se necesitan nivelarlo con los precios internacionales, y para buscar el equilibrio de las finanzas públicas nacionales, lo cual es absurdo. Nuestro pais es ante todo un pais productor y exportador. No se puede seguir afectando la dinámica productiva de Colombia, lo cual se refleja con el pobre crecimiento de la economía colombiana durante el segundo trimestre que apenas fue del 0,3%. Además, el comportamiento de los indicadores de los demás sectores que aportan al PIB, han sido negativos y, por ende, ha permeado negativamente la demanda interna de los agentes económicos, especialmente el consumo que representa el 62% de esta medición macroeconómica. Así como vamos, se están pauperizando los sectores poblacionales más vulnerables del país y el resto de las actividades económicas, van de capa caída, como afirmaban nuestros ancestros.

Todos los anteriores gobiernos, incluyendo el actual, la única solución que plantean para buscar este objetivo de la política económica del país es incrementar los precios de los combustibles, impulsar reformas tributarias y endeudarse. Jamás buscan otras alternativas para buscar el aumento de los ingresos. Es muy triste y deprimente observar que sus equipos económicos, que se creen unas luminarias, solo recomiendan al ejecutivo, buscar esa vía alcabalera, sin medir las consecuencias que dichas políticas tienen sobre los agentes económicos del país y sobre todo, que atentan contra la dinámica productiva del país, así como lo estamos percibiendo todas las familias colombianas, sin excepción. Solamente los obtusos, los aúlicos y los organismos multilaterales que nos recetan dichas formulas (FMI, el Banco Mundial, OCDE) aplauden estas medidas y se jactan de estas medidas en los diferentes escenarios donde hacen presencia.

Es el peor error histórico que un gobernante utilice estas herramientas económicas. Solo contribuyen a esquilmarle los bolsillos a los colombianos. Nuca hablan de austeridad. Se jactan en conjunción con el legislativo de ampliar la fronda burocrática del Estado y aumentarse de manera irracional, sus salarios, demostrar opulencia con sus gastos burocráticos, enarbolando su mediocridad y su sentido inhumano,  mientras un pueblo cada vez más pobre, sufriendo las afugias para satisfacer sus demandas internas, ve como sus gobernantes por los cuales votaron y contribuyeron a elegirlos, se ufanan y se burlen de los padecimientos de estas familias que día a día ven lejos un horizonte para mejorar su calidad de vida y la de brindarle un mejor futuro a sus hijos. Así no debe ser el actuar gubernamental. Los resultados de todo este accionar irracional, son las masivas protestas sociales que se han venido presentando, y las que se preparan. Con ello, no estoy incitando a ellas. Pero las comunidades salen a taponar las vías, diariamente se presentan masacres y asesinatos, inseguridad, boleteo, vacunas, desplazamientos forzados, desempleo, reclutamiento de menores, aumento de las áreas cultivadas de coca y marihuana, más gente pululando en los semáforos de las intersecciones viales, pidiendo un apoyo económico, son dantescos los dramas humanos que se viven en los barrios periféricos de las ciudades, incremento exponencial del consumo de sustancias psicoactivas, niños a temprana edad perdidos con este flagelo del microtráfico, y el mismo Estado planteando su legalización y no tomando acciones para frenar el avance de este consumo, ni brindarles programas de rehabilitación a las futuras generaciones.

A veces en mis oraciones, le pregunto a Dios, por qué nuestro país tan rico, lleno de atractivos turísticos, de un talento humano grande, grandes riquezas naturales, una posición geográfica envidiable dentro del globo terrestre, entre otras potencialidades, nos haya tocado soportar a unos gobernantes sin excepción, que no hayan tenido una visión de futuro, un sentido de generar una perspectiva de desarrollo que conduzca a mejorar el bienestar de todas las familias colombianas, a través de la implementación de políticas públicas coherentes y aterrizadas con la verdadera realidad nacional. Presidente Petro, con mucho respeto, no genere odios, busque siempre unificar las sinergias alrededor suyo, todavía tiene 34 meses de su mandato, para que pueda ajustar su accionar gubernamental. No destruya la estructura productiva del país. Sin sesgos ideológicos. Eso es arcaico. Apréndase esta frase, parodiando al líder Chino Deng Xiaoping: “A mí no me importa de qué color es el gato, a mi lo que me interesa es que cace ratones”. Respetado colega (Usted también es economista), ¿el dolor, el hambre, una necesidad, qué color político tienen, de qué ideología proviene? De ninguna. Somos seres humanos y vivimos en este planeta que nos dejó el creador.