Historia de una joven venezolana de 27 años, quien migró a Colombia con la esperanza de progresar y gozar de mejores servicios sociales; pero el destino la sorprendió al resultar embarazada y palpar lo complejos que son los trámites con entidades públicas para los extranjeros.

Escrito por Luis Enrique Hurtado Ramos

Era lunes, la madrugada acariciaba un frío desgarrador en toda Fusagasugá, avisando que al despuntar el día, la lluvia mojaría todo el municipio.

Los quejidos por un dolor en el vientre de Milagros Martínez, se escuchaban en todos los cuartos de aquella residencia para venezolanos, ubicada en  la calle sexta del barrio Emilio Sierra. Su compañero de habitación trataba de calmarla, hasta que amaneciera, para llevarla a un  hospital público con la fe de que en ese sitio hallaran solución, sin embargo, el calvario apenas comenzaba.

El reloj marcó las 6:30 de la mañana, ambos jóvenes, quienes apenas tenían 15 días de haber llegado de Venezuela, se dirigían al Hospital San Rafael de Fusagasugá; luego de haber solicitado la dirección de ubicación del centro de salud a una cristiana que a la hora caminaba abrigada por la calle.

No habían transcurrido 10 minutos, cuando ambos entraron por emergencia y presentaron el caso. Una cinta verde colocada en su mano derecha indicaba que la joven sería atendida por los galenos de guardia, cuando la atención llegó la desesperada muchacha presentó una fuerte hemorragia.

¡Estas embarazada!, fue la sorpresiva expresión de la médico que la evaluó inicialmente, luego de observar  una mancha diminuta en el ecosonograma que le ordenaron realizarse; al tiempo que una serie de estudios adicionales le avisaban de una gestación de alto riesgo.

Debes guardar tres días de reposo absoluto y regresar”, comentó Milagros que le ordenó la especialista en Ginecología, luego de entregarle una boleta de salida con una facturación que superaban los 400 mil pesos.

Indicó que no tenía para pagar ese monto, por lo que acudió a una trabajadora social que le recomendaron. “Me dijeron que ella atendía los casos de venezolanos en Fusagasugá, logré contactarla, la señora muy cordialmente me ayudó, pero estuve en la sala de espera de emergencias, hasta que Migración enviara un documento donde se me exoneraba el pago; respuesta que llegó aproximadamente a las 8:30 de la noche, mientras que adolorida esperaba en aquel asiento de plástico, incomodo”, explicó la joven.

Luego de la ayuda de la Funcionaria Pública, la materno venezolana, pudo salir del hospital en compañía de su compatriota, con una nueva tarea que le solicitaron en el centro de salud para continuar atendiendo su gestación: un certificado de residencia firmado y sellado por la Junta de Acción Comunal de su sector y luego autenticada por el Secretaría de Gobierno Municipal de Fusagasugá.

Con una orden de reposo absoluto, este trámite para una joven venezolana, alejada por temas migratorios de su pareja sentimental, suponía un nuevo riesgo, a sabiendas que estas diligencias en su mayoría son personales y más cuando se trata de un extranjero.

En busca de orientación, acudió a la propietaria de la habitación que arrienda, para solicitarle ayuda con el documento. La arrendataria hizo contacto con la Presidenta de Acción Comunal pero esta se encontraba fuera del municipio, sin esperanzas de un pronto regreso.

Al día siguiente (martes); Milagros Martínez, establece comunicación vía telefónica con la Asesora de Asuntos Sociales del Hospital San Rafael, para indicarle que no logra conseguir el documento para continuar gozando de la atención médica.

La Agente le indica acudir a la Alcaldía de Fusagasugá, donde al parecer, pueden ayudarla. Cansada y con dolores propios del embarazo de alto riesgo,  la dama acude al Palacio de Gobierno Local y en la Secretaria de Salud, le indican que el documento se solicita en la Secretaría de Gobierno,  “para llegar tenía que caminar un par de cuadras”, narró.

Hallada la Secretaría de Gobierno, encontró al igual el departamento donde entregaban  las Certificaciones de Residencia, “allí conversé con un señor que ni tuvo la gentileza de presentarse, le expuse el caso, le hable de mi emergencia y de que no contaba con los recursos económicos para costear la atención hospitalaria, le dije que requería su ayuda con el documento pues en dos días me tocaba regresar al  hospital a un segundo chequeo del embarazo; se negó y me sugirió insistir en la Junta de Acción Comunal, buscar a cualquier integrante (evidentemente no los conocía a ninguno), de lo contrario acudir a la Personería”, continuó.

En su relato, la muchacha comenta que caminó varias calles del centro de Fusagasugá, en su mayoría inclinadas por las características propias del desarrollo urbano de la ciudad. Consultó a varias personas, pero nadie supo ubicarla; “tampoco conozco de muchos lugares, pues llevo poco tiempo en la localidad”, agregó.

La esperanza se demoró 20 minutos

Justo al lado de un reconocido establecimiento comercial de Fusagasugá, la venezolana halló la oficina de Personería, lo que en Venezuela se conoce como la Defensoría del Pueblo.

En el sitio le indicaron esperar 20 minutos para ser atendida por la funcionaria Nubia Romero, quien lleva los casos de vulneración de derechos humanos y asistencia de los venezolanos.

Romero aclaró a la joven materno, que en ese lugar no se generaba el documento que solicitaba, pero amablemente pudo contactar a Juliana Marchán, trabajadora de la Secretaría de Gobierno y a través de ella, dar con un representante de la Junta de Acción Comunal del Barrio Emilio Sierra. Tras suministrar el número telefónico, solo quedaba establecer comunicación para tramitar la Carta de Residencia solicitada en el hospital.

Transcurrieron los días y este nuevo representante comunitario no daba respuesta, alegando estar de viaje y  no estar autorizado para entregar Cartas de Residencia a venezolanos.

Milagros Martínez agobiada, no guardaba otra alternativa que explicar la complejidad del trámite, el jueves siguiente cuando correspondía regresar al Hospital San Rafael.

Una gota de sangre corrió por su pierna

Desanimada y con muchos interrogantes en su cabeza, Milagros regresaba a su residencia, pero a pocos metros de llegar a su destino, una gota de sangre se deslizó por su pierna. Algo andaba mal, llegó a casa y al relajarse en la cama los dolores fueron cada vez más fuertes; a las 8:00 de la noche del miércoles, tuvo que ser llevada nuevamente a la emergencia, donde al ingreso le solicitaron la Carta de Residencia que le faltaba.

Expliqué que no conseguí tramitar el documento pese a acudir a todos los departamentos donde creí podían ayudarme, me hicieron firmar una carta de compromiso y me prestaron posteriormente la ayuda médica”, comentó

Al parecer la situación de salud de la muchacha resultó delicada. Desesperada por conseguir todos los requisitos que exigen en el Servicio de Salud Pública para exonerar el pago de la atención médica, la dama no cumplió a cabalidad con el reposo.

Es importante destacar que los Funcionarios Públicos de las diversas entidades en Fusagasugá, conocedores de la situación de Martínez, no se apiadaron ni facilitaron la diligencia y al final de cuentas; llegaron las 10:30 de la noche, cuando en el pasillo de Ginecología, en el tercer piso del Hospital San Rafael, llamaron a Milagros para notificarle : “ lo sentimos mucho, usted perdió su embarazo”.

Estuve tres días más hospitalizada, mientras me hacían las limpiezas y cuidaban mi salud, en ese tiempo no me recordaron que debía consignar la Carta de Residencia, mi boleta de salida se generó sin complejidades. Quizás si los trámites con las entidades públicas en Colombia no fueran tan complicados para los venezolanos, aún mi bebé seguiría con vida”, concluyó la entristecida madre.

Nota: La identidad de la venezolana afectada por este caso, fue cambiado en su totalidad con la finalidad de evitar posibles represalias o exposición a xenofobia.