Fusagasugá Noticias habló con la señora Bernarda, de 98 años de edad, quien vive en su casa – finca en Los Sauces, antigua vereda de la cual ella fue gestora de la Junta de Acción Comunal. Es una matrona, todavía produce sus propios recursos económicos, y dice que no deja cortar un solo árbol de sus tierras.

«En Fusagasugá ya están acabando con las montañas, ya están allá encaramados, y de ahí es de donde procede el agua, eso es responsabilidad de la CAR y el municipio, no sé que está pasando«, manifiesta doña Bernarda.

«Cuando me reunía a compartir con el alcalde Teodoro Aya él me decía que si continuaban acabando el cerro Fusacatán, el cerro iba a acabar con la ciudad«, dice la señora, quien vive con toda clase de animales domésticos, y vende lo que producen en su tienda: huevos, leche de vaca y sus derivados, etc. Conoce perfectamente el dinero y a pesar de los años oye y ve más o menos bien. 

Para el nueve de abril de 1.948 ya vivía en Fusagasugá, después de haber estudiado con monjas en la Escuela Normal en el sur de Bogotá, en cercanías a donde hoy queda La Picota.

El «Día del Bogotazo» recuerda que los almacenes y tiendas fueron saqueados, ella tenía su primer negocio cerca a la escuela Santander, y nos comenta que lo perdió todo. Le tocó comenzar de nuevo, y montó una fábrica de dulces.

«Ése cerro tiene encantos, lo que sucedió hace unos tres años fue el segundo llamado de la naturaleza, fue por cortar de manera irresponsable los árboles que hubo esa tragedia, y se fue otro encanto«, manifestó.

Por allá en el año cincuenta ocurrió la primera tragedia de grandes proporciones, una cantidad de lodo con piedras y palos arrasaron parte del pueblo de entonces, se llevó marranos, gallinas, piscos, chivos, las casas de barro quedaron cubiertas de lodo, la escuela Santander quedó llena de barro, y se secó una quebrada muy bonita después de esa avalancha, ahí se fue uno de los primeros encantos, nos contó un poco apesadumbrada.

Ella afirma que los barrios Pekín, Los Sauces y Bethel, son parte del pie de monte del cerro Fusacatán a donde no hay que permitir el ingreso de maquinaria pesada, ni avanzar hacia arriba en la tala indiscriminada de árboles, ni en la construcción de viviendas, porque se complicaría la situación de la ciudad.

 «Si yo fuera la alcaldesa de Fusagasugá no permitiría mas construcciones por aquí, para eso hay suficientes tierras hacia otros lados«.

La señora Bernarda Guerrero Huérfano nació el 31 de diciembre de 1.919 en la vereda Hato Viejo sector El Banqueo en el municipio de Arbeláez, departamento de Cundinamarca, y como cosa rara, en una familia Liberal, hija del señor Darío Guerrero y la señora Gregoria Huérfano.

Doña Bernarda fue la gestora de la Junta de Acción Comunal de la vereda Los Sauces, ahí llegó en el año 1.952, le compró sus tierras a la familia Escobar, tuvo 8 hijos de los cuáles hay una fallecida, que se ahogó siendo niña. Viven 4 mujeres y tres varones, cuenta al menos 25 nietos, 15 bisnietos, y 10 tataranietos. Levantó la familia sola, dice que a su esposo tocó mandarlo para la luna, porque se portó mal. (Es de anotar que él está vivo, simplemente lo echaron de su casa por comportamientos no adecuados).

«En el cerro Fusacatán hay esmeraldas, rubíes, riquezas que dejaron enterradas los indígenas. Existe una laguna, y por lo menos quedan diez nacederos de agua que son las quebradas que atraviesan Fusagasugá y surten de agua hasta Pasca«, señala la matrona, quien sostiene que cada vez que han intentado robarse los tesoros, sucede algo misterioso que causa fenómenos naturales, y el encanto se va.

«Con don Delio Giraldo quien fue presidente de la Junta Comunal, mientras yo era la tesorera, trajimos la luz y logramos encausar un nacedero de agua del cerro para que nos surtiera aquí en Sauces«, dijo. «Él había visto una luz resplandeciente que se le aparecía en el potrero por el lado de arriba de la carretera todas las noches, y seguramente le dijo a alguien lo que sucedía, parece que esa persona fue con otras a sacar el encanto, pero no pudieron y sí se presentó una avalancha que secó otro arrollo que existía«, manifestó.

«Aquí en la vereda que ya está desapareciendo porque hay muchas construcciones, en su momento hace unos 15 años nos opusimos a varios proyectos de vivienda y con la CAR se logró detener el corte de muchos árboles«, indicó.

Por: Alejandro Castro Guerrero