Por: Andrés Felipe Castañeda Muñoz
A media tarde, los acordes comenzaron a romper el sonido habitual de la Plaza Central. Ya en la mañana, diferentes instituciones educativas habían realizado sus presentaciones sobre hábitos de vida saludables. Entonces vinieron todos esos sonidos que aún hoy permanecen ocultos y bien merecen el nombre de underground. Porque el rock sigue siendo un sonido marginal y excluido, cómo negarlo: una señora muy amable me dijo que eso no era más que ruido y a mí me pareció una definición formidable: es precisamente esa palabra, ruido, la que usan muchos rockeros para definir su sonido.
Uno podría creer que en Fusagasugá no hay rockeros, pero en el Fusgtock, que se realizó en el marco del primer Festival de Juventudes, salieron a desmentir esa creencia. Ahí estaban todos: los fanáticos el rock clásico, del rock en español, los metaleros… Todos. Y todos estaban en el mismo espacio hablando, escuchando su música que de vez en cuando emerge del fondo de la tierra para decir que el rock no se ha muerto. “Decían que no los podían poner a todos en el mismo espacio porque dizque se iban a pelear y véalos ahí: están todos”, me dijo un funcionario de la Alcaldía. Y tenía razón, estaban todos compartiendo un lugar común, cobijados por la hermandad que sólo puede dar la música. Había carpas de comida, de artesanías, de camisetas estampadas, de manillas y rampas y tubos para practicar deportes extremos, entonces mientras las bandas tocaban, había personas brincando en sus bicicletas y deslizándose sobre los tubos en sus patinetas.
El Festival de Juventudes logró incluso juntar imposibles: había una carpa de una barra de Millonarios junto a una de Nacional: las barras de dos equipos contrarios (enemigos a muerte en muchas otras ciudades) sentados ahí, a metros de distancia, hablando.
El domingo concluyó el festival con el Fusagasurap, una apuesta por otros sonidos de esos que la música comercial confina al anonimato y con la presentación del grupo de teatro elemental.
Esta es, sin duda, una de las más grandes apuestas de la Alcaldía y de la Coordinación de Juventudes de la Secretaría de Familia a Integración Social: crear espacios comunes, espacios de encuentro para la tolerancia. Cómo no pensarlo: si barristas de Millonarios y Nacional pudieron estar tan cerca como buenos vecinos, es porque ya avanzamos mucho o, por lo menos, ya vamos un paso adelante. Harían falta más eventos como este.