Por: El Abate de Jazende
Esta mañana, muy de aurora, el tañer del campanario, me recordó al periodista Alejandro Castro Guerrero, que un día optó por su apostolado e inapreciable camino de abrirle un canal a la información y a la opinión de Fusagasugá y el Sumapaz.
Creo, para mis adentros, que no le ha sido fácil. Pues, en un medio de una inextricable maraña de zalameros, cómo los que pecan y vienen a la Abadía a los diversos servicios litúrgicos, es complicado abrir las entendederas a la verdad, a la seriedad y al servicio social: cada quien juzga por su condición y la mayoría de las veces es amoral e inmoral.
Nosotros que vivimos de la caridad pública, si que conocemos alcantarillas por donde desaguan la podredumbre humana, de muchos, ilustres hombres públicos a quien ningún confesionario les puede acomodar reclinatorio.
Con la bondad del Todopoderoso y de mi Superior, quiero felicitar a don Alejandro y a los suyos, por éstas bodas de de madera. Porque en estos años ha demostrado, mucha, pero mucha madera.
Le pido al Altísimo, que me regale la oportunidad de las próximas bodas de bronce.
El Señor los proteja.