Por: Juan Niño López
La educación no es la mejor solución para los problemas personales ni sociales, esto lo confirman varios hechos y razones.
Primero, es dramático el estado social que muestran muchos países en los que su gente es óptimamente educada y, aún así, no pueden superar extremas dificultades y graves inconvenientes nacionales; como ejemplos, estos botones: La República de Singapur, por una parte, es calificada por el Foro Económico Mundial en el Informe de Competitividad Global (https://www.weforum.org/reports/the-global-competitiveness-report-2016-2017-1) -con 6.3 puntos en escala del 1 al 7 – como el primer país más educado del mundo; y, por otra parte, mantiene un gobierno que recibe a diario gran cantidad de críticas sobre la altísima violación a los “Derechos Humanos. En este caso, Amnistía Internacional escribe: Información extraída de nuestro Informe 2016/17: Las autoridades siguieron hostigando y enjuiciando a blogueros, blogueras y disidentes; la Ley de Prensa e Imprenta seguía sometiendo a los medios de comunicación a una estricta regulación; siguieron aplicándose la pena judicial de azotes con vara y la pena de muerte”. En los últimos cinco años, se ha venido insistiendo, internamente y desde el exterior, para que el gobierno revise la política de acelerado – y, en apariencia, acertado – desarrollo económico que está llevando a la ruina su identidad como sociedad y el legado cultural como nación. Otro ejemplo de desastre social con gente muy bien educada es Finlandia, el segundo país mejor educado, según el mismo informe antes citado; no obstante, Finlandia padece graves complicaciones por el alcoholismo, la depresión anímica, el abuso psicológico y físico contra las mujeres -por parte de hombres- y el acoso escolar. (http://www.biginfinland.com/alcoholismo-en-finlandia-un-problema-nacional/) (http://www.elmundo.es/album/papel/historias/2016/08/10/57a9fd3fe2704e42558b45a5.html). La última perla, sin ir muy lejos, es Cuba; su gente muy bien educada padece graves conflictos sociales ampliamente conocidos. Y no hablemos de Colombia, con su departamento y ciudad “Más educados” conviviendo con degradaciones sociales extremas en muchos casos.
La segunda razón por la que la educación no se tiene como la mejor vía para resolver el estado social de pobreza, miseria y conflictos agudos de corrupción política y desvergüenza social, es que ella es confusión de enseñanza-aprendizaje con la empresa privada o pública y sus negocios de impartir vastos e inútiles conocimientos en colegios y universidades con fatuos programas escolares, pregrados, postgrados, maestrías y doctorados que solo convierten a muchos egresados en dudosos profesionales de inciertas capacidades morales, (ejemplos, hay miles) avivatos aspirantes laborales, inescrupulosos, con un pesado portafolios de títulos y certificaciones expedidos a costos exorbitantes.
La tercera razón -entre otras muchas que no merecen ser comentadas- es la siguiente: La educación, con el actual desarrollo tecnológico, dejó de ser “el proceso de búsqueda del conocimiento en compañía del docente, profesor o maestro” para convertirse en un proceso de “autodicción”, en el que sobran los guías porque el estudiante puede aprender mejor solo, con dedicación y autodisciplina. Hace algunos años, ese docente era indispensable para el aporte de fuentes de datos e información y para enseñar los métodos de estudio e investigación, pero, hoy sobran, porque las fuentes abundan y el individuo se puede autodirigir en la construcción de su particular conocimiento en medio de la selva de saberes que está disponible en bibliotecas, Internet y redes sociales. Las instituciones educativas “serias” hace mucho tiempo que son, únicamente, infraestructuras bien dotadas en las que sobresalen los laboratorios de investigación con directores, eso sí, conocedores rigurosos de las líneas de estudios correspondientes a la demanda de los mercados.
Si con muchas otras razones válidas, de peso, negamos que la educación es la mejor vía para la solución de problemas individuales y sociales, debemos proponer, al menos, otra para analizar y criticar; no podemos quedarnos en el vacío, la incertidumbre ni la indiferencia reprochando sin alternativa. La que propongo aquí como solución -más completa que la educación académica- tiene el nombre etéreo y corriente de “Cultura”.
Cultura es un concepto mejor que Educación; es más extenso, general y perfecto, que se puede estudiar, investigar, criticar y adoptar como salida para nuestros defectuosos y lamentables estados individuales y sociales. Además, la cultura se caracteriza por ser un proceso claramente de autodidacta, sin intervención de profesores, docentes o maestros; es un proceso personal e intimo, individual, privado, del que emergemos, por cuenta propia, como mejores individuos y sociedad. Nadie nos puede imponer un proceso de cultura; nos imponen procesos de aculturación que, a la larga, siempre son expelidos. Por el contrario, la cultura en sí, es gestada desde el interior del ánimo; para iniciarla, desarrollarla y lograrla perfectamente se necesitan ganas, muchas ganas, inteligencia y voluntad, privaciones y quijotadas en muchos casos.
Pero para entender y explicar de qué se trata cuando hablamos de cultura es preciso determinarla o definirla científicamente, es decir, alejados lo más posible de las definiciones estipuladas, legales o institucionales. Por lo tanto, no podemos, ingenuamente, aceptar que la definición de la Ley 397 de 1997 o su original planteamiento por la UNESCO en la Declaración de México sobre Políticas Culturales (1982) sean definiciones acertadas en términos científicos, pues, a duras penas, se acercan a definiciones descriptivas o extensionales. Para definir científicamente a la cultura, nos tenemos que alejar suficientemente de los filósofos, antropólogos, sociólogos y cualquier otro estudioso de las “ciencias sociales”. Nos debemos acercar más a los biólogos, a los neurobiólogos, a los etólogos y muy especialmente a los neurocientíficos. Son las neurociencias, con su especial estudio biológico y funcional del cerebro, en el nivel de la neurociencia cognitiva, las que nos pueden ayudar a responder científicamente y mejor ¿Qué es Cultura?
La cultura se puede explicar mejor desde una ciencia propia, una Colología, que la determine como su objeto material de estudio estableciendo metodologías propias de investigación. Este es uno de los caminos para intentar entender y explicar científicamente eso que llamamos “Cultura”. Por esta vía se pueden trazar líneas de investigación que van desde la lingüística, particularmente la etimología, hasta las mencionadas neurociencias; cuidando de no caer en los discursos de la filosofía y las “ciencias humanas y sociales”.
Podemos afirmar que si estudiamos con cuidado los procesos llamados de cultura, mucho más allá de lo relacionado con las artes, la farándula y las costumbres, entendemos y explicamos mejor el hecho, el acto y la obra de cultura; propongo que, incluso, podemos llegar a establecer una Ingeniería de Cultura o Cultural que nos salve de esta debacle social en la que nos encontramos.
Al estudiar, durante más de 13 años, el “fenómeno cultural” llegué a la conclusión de que los métodos de la cultura son varios y diferentes entre los que se destacan: Primordialmente, la Imitación, producida por la presencia de “neuronas espejo” en nuestro cerebro (https://es.wikipedia.org/wiki/Neurona_especular); le sigue la Instrucción (Dar órdenes y cumplirlas), la Ilustración (Señalar ejemplos o modelos), la Formación, la Capacitación, la Habilitación, luego, está la Educación propiamente dicha, como acompañamiento en el proceso de conocimiento (Pedagogía); y, finalmente, encontramos el método auténticamente cultural, que no es otro, de acuerdo a la esencia de la cultura, que sembrar lo bueno, cuidarlo y protegerlo, fortalecerlo, recoger sus frutos y gozárselos.
Mire usted, ser culto es más simple de lo que se piensa: Basta con seleccionar y reproducir lo que es bueno para todos, sin dañar o maltratar a nada ni a nadie. Ser culto es controlar el impulso de dominio sobre otros seres, de evitar cualquiera forma de poder o subyugación de un ser humano sobre otros. Ser culto es alcanzar extraordinarias alturas espirituales de modo personal y social.
Desastrosamente, por mucho tiempo se va a seguir insistiendo en una educación tergiversada, sin entender el concepto de cultura porque, entre otras causas, la palabra Espíritu, hoy, es parte de los diccionarios de arcaísmos; y esto impide entender que, precisamente, la cultura es la aventura del espíritu de un individuo o de una sociedad en la búsqueda, el encuentro, la preservación, el cuidado, protección y fortalecimiento de lo bueno para sí y para todos los otros, sin el error de argumentar que el Bien y el Mal son relativos a unas u otras interpretaciones. Cuando se comprende que el Bien no daña ni aniquila ni destruye la vida de otros, estamos seguros de efectuar un auténtico proceso de Cultura y no de simple educación. Por ahora, basta con realizar algún acto y obra buenos, con la seguridad, a ciencia cierta, de que serán imitados por otros gracias a la presencia de “neuronas espejo” en el cerebro.