Actualmente en suelo colombiano la situación es tan compleja, que desde la presidencia y la legislación se buscan mecanismos de ley para castigar fuertemente este delito; estando en debate un proyecto que busca dar cadena perpetua a los abusadores de menores.
Mientras esas acciones proceden, no es menos ciertos que de deben buscar mecanismos para evitar los perjuicios a los niños, por ello la doctora Shani Zoldan-Verschleiser, graduada de la facultad de posgrado Touro de Trabajo Social y directora ejecutiva de Magenu, una organización dedicada a prevenir el abuso sexual, considera que es vital y fundamental educar a los pequeños en cómo identificar los signos de agresión.
Es hora de enfocarse en la prevención. Los depredadores olfatean a quienes ya tienen problemas en otras áreas de su vida y pueden ser vulnerables. Sin embargo, hay muchas cosas que los padres y tutores pueden hacer para proteger a las criaturas:
Enséñales que sus sentimientos importan y merecen respeto
Respetar al niño y validar sus sentimientos le da un sentido del yo y le ayuda a reconocer sus propias emociones: ser capaz de reconocer nuestros sentimientos es el primer paso para saber cuando algo no se siente bien.
Los depredadores confían en que los menores de edad son fáciles de manipular. Los que tienen una mejor sensibilidad respecto a lo que se siente bien y lo que no, además de ser capaces de comunicar esos sentimientos a adultos de confianza, tienen una gran ventaja.
Insiste en que son dueños de su cuerpo
A medida que los niños crecen, esta conversación debe ser más detallada e incluir escenarios posibles, diálogos e incluso juego de roles.
Asegúrate de que los chicos sepan que las reglas son para todos. Eso significa decir cosas como: “Nadie puede hacerte sentir incómodo, incluso si es tu tío, primo, tía o vecino. No está bien nunca y siempre voy a creerte”. Muchos niños no lo sabrán si no se los decimos.
Asegúrate de que entienden la diferencia entre los secretos y las sorpresas.
Hay que enseñarles que jamás deben mantener un secreto sobre sus partes íntimas. Un ejemplo que puedes usar es una visita médica, en la que es posible que alguien toque y mire sus partes íntimas. Eso está bien porque el doctor o la doctora se está asegurando de que estamos saludables, pero sobre todo porque no es un secreto. Los papás deben estar presentes cuando un niño está siendo examinado o saber de la consulta y después conversar con su hijo sobre lo ocurrido durante la examinación.
También, para equilibrar, hay que ayudarles a comprender el matiz entre secreto y sorpresa. Pedirle a un niño que no hable sobre el contenido de un regalo o una fiesta sorpresa puede ser confuso, así que hay que insistir en que las sorpresas y los secretos no son lo mismo.
Comparte tus historias con tantas sensaciones y sentimientos como sea posible.
Los niños buscan en los adultos cercanos formas de entender lo que experimentan así que es útil compartir la propia experiencia. Esto les ayuda a aprender qué significa expresar los sentimientos y a poner en palabras cosas que no comprenden. No tienes que compartir historias de abuso, lo importante es modelar lo que significa seguir las corazonadas y los instintos.
Las historias pueden ser tan simples como: “Estaba tan frustrada esta mañana porque me quedé atorada en el tráfico y sabía que iba a llegar tarde al trabajo. Sentía mariposas en el estómago y mis manos estaban tensas de apretar tan fuerte el volante”. Comunicarse así con los niños les permite compartir sus propios sentimientos de ira, confusión, felicidad y tristeza, y a comprender que otros pueden sentirse así.
Pide permiso para tocar a un niño.
Cuando les pedimos permisos pequeños a los niños, fomentamos la noción de que tienen control sobre su cuerpo. Así si, por ejemplo, se topan con un depredador sabrán reconocer lo que se siente distinto. Algo tan pequeño como preguntar: “¿Puedo acomodarte el cuello? Está torcido” le manda el mensaje de que tiene autonomía sobre su cuerpo.
Practicar diálogos así pueden ayudar mucho a que un niño o niña reconozca que un depredador no pide permiso y le ayudará a identificar a esa gente tramposa.
Dales el poder de decir “No” y de hablar con franqueza.
Dejar a una niña decir: “No, no quiero un abrazo, pero un apretón de manos está bien” le muestra que tiene alternativas. Pero, aun así, los chicos pueden ser incapaces de decir “No” a un abusador o de detener el abuso.
La mayoría de los menores de edad que sufren abuso sexual no lo dicen, así que tenemos que decirles que incluso si no pudieron decir “No” o alejarse, lo más importante es contarle a alguien lo sucedido. Diles que les creerás sin importar lo que pase y que no van a meterse en problemas por decirlo.
Redacción de Fusagasugá Noticias con información de NYT