Panorámica desde el séptimo piso
Por: Andrés Becerra L.
Pacho* era un hombre joven y fuerte con una gran pasión: el Karate Do. Poseía una férrea voluntad, fruto de practicar su deporte con firme disciplina durante varios años, todos los días desde las seis de la mañana.
Cuando lo conocí ya tenía su cinturón negro, y era instructor oficial. Pero tenía un problema: Sentía un miedo irracional cuando debía entrar a combate, un miedo casi paralizante que ya le había hecho perder algunos torneos. Así que buscó ayuda con la hipnosis.
El hipnotizador lo puso en trance e inició el tratamiento correspondiente, y hacia el final de la sesión dio una orden poshipnótica: “Dentro de 525 segundos usted dirá «Me voy»; no significa que deba irse, pero lo dirá”. Y lo sacó del trance.
Para saber conscientemente cuándo decirlo usted necesitaría un cronómetro, pero su subconsciente lleva un conteo perfecto y permanente del transcurso del tiempo, y era lo que quería demostrarle el hipnotizador.
Mientras conversaban sobre temas varios, a Pacho le bailaba por las comisuras de los labios una sonrisita picarona.
Transcurrido el tiempo marcado Pacho empezó a ponerse inquieto, se movía en la silla, se paraba, agarraba su morral y lo ponía en el hombro, volvía a sentarse, elevaba el tono de la voz, se reía sin motivo claro, etc. De pronto dijo: “¡Me voy! ¡…AH, JUEP…, YO NO QUERÍA DECIRLO!”, y se derrumbó sobre la silla.
Enseguida contó que había decidido no obedecer la orden; era su picardía de joven rebelde, quizá su conflicto de autoridad frente a su padre. No entendía cómo se le escapó la palabra prohibida. Entonces el hipnotizador le explicó el “secreto” que ahora voy a revelarle a usted.
Estamos empezando un nuevo año, y muchos hemos hecho propósitos de cambio, a pesar de que hemos comprobado en años anteriores que terminamos rompiéndolos en dos o tres meses, si es que duran tanto. Pero cada final de año botamos chécheres viejos y tomamos decisiones nuevas, y a lo largo del nuevo año acumulamos más chécheres y abandonamos las “decisiones firmes y definitivas” que habíamos hecho (sean sobre dieta, gimnasio, vicios, estudios…).
¿Por qué nos ocurre esto? ¿Por qué volvemos a los antiguos vicios, esos que detestamos pero no logramos soltar? A pesar de que somos absolutamente sinceros cuando decidimos cambiar…
Esta situación es similar a la de Pacho: nuestros propósitos de Año Nuevo son su decisión de no decir “Me voy”, y la fuerza que nos hace abandonarlos en poco tiempo es la misma que lo hizo traicionar su silencio. Es la fuerza hipnótica de la imaginación, es el “programa de computador” que tenemos inscrito en nuestro subconsciente, quizá desde antes de cumplir dos años, cuando tomamos una decisión existencial fundamental que nos impondrá, para toda la vida, posibilidades y limitaciones en cada área de nuestra cotidianidad.
El “secreto” detrás del nocaut que sufrió Pacho es éste: “La imaginación es más poderosa que la voluntad”.
Pacho le apostó a la fuerza de voluntad, que es lo que conocía, y perdió frente a una imagen que estaba ya implantada en su subconsciente, una imagen que “ya tenía cumplida la orden recibida”, una imagen que golpeó una y otra vez, constantemente, como las olas contra el acantilado, muchas veces por segundo, contra el muro de su voluntad hasta derribarlo.
Si usted quiere que sus Propósitos de Año Nuevo esta vez sí se cumplan, no se limite a enfrentarlos con voluntad; busque detrás de ese mal hábito que quiere combatir cuál es la motivación que lo sostiene, la imagen que lo respalda, la necesidad emocional o afectiva que intenta satisfacer con él, es decir, “no crea que él está solo” porque él no es el problema, es apenas la manifestación del problema que se mantiene oculto.
Dado el secreto, le agrego una buena noticia: “A pesar del tiempo que lleve con su problema, es posible superarlo, es posible cambiar”. Quizá no le resulte fácil, pero es posible, si lo asume del modo adecuado.
Y le dejo una pista para que avance en la comprensión de muchas cosas: “Con base en ese principio de la fuerza hipnótica de la imaginación le han estado vendiendo cosas que no necesita, le han hecho votar por gobernantes que le joden la vida, le han estado manipulando de mil maneras. ¡Ah!, y además, le tienen convencido de que es una persona completamente libre”.
Que tenga un muy productivo 2017, con mucho crecimiento personal, con despertar de consciencia.
* Pacho no es el nombre real del karateca, pero la historia ocurrió como la cuento.