Panorámica desde el Séptimo Piso

Por: Andrés Becerra L.

¿Recuerdan los mayores cuando los exámenes finales eran sobre todo lo visto en el año y valían el 40% de la nota final? Yo vi naufragar en ese paso a muchos compañeros, algunos que llegaron a los exámenes sin llevar perdida ninguna materia pero sí con promedio bajo, y se confiaron en que era fácil sacar otro tres… y terminaron perdiendo el año por cuatro o cinco materias. Y tuvieron que volver atrás, repetir el curso.

Hoy la Nación colombiana está frente a los exámenes finales, y no puede confiarse en que será fácil sacar otro tres. No podemos repetir cursos dolorosos ya vividos; NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

Hacia las 5 pm del 17 de junio de 2017, en vísperas de la celebración del Día del Padre, y en vísperas de una celebración mayor como es la entrega final de armas de las FARC, fuerzas desconocidas hasta el momento hicieron explotar una bomba en un baño de mujeres de un centro comercial de Bogotá. Al momento de escribir esto se cuentan ya tres mujeres muertas, y algunas más, heridas.

Estamos en vísperas de que las FARC entreguen el restante 40% de sus armas (qué coincidencia con el 40% de la nota) y nos quieren regresar a las noticias de guerra, al conteo de muertos, a los dramas de madres que lloran a sus hijos soldados, policías, guerrilleros o paramilitares (pero todos colombianos), asesinados a manos de sus propios hermanos de patria, de sangre y de clase. Y no queremos eso, NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

No les estoy escribiendo a los dirigentes de Colombia, que son quienes han generado la guerra que nos consume desde hace décadas, sino a mis lectores de cada semana. Me dirijo directamente a su corazón, a usted que me lee, a usted que me conoce porque hemos tenido trato de vista y palabra, o porque va logrando una cierta semblanza de mí por medio de la lectura de columnas anteriores. Usted y yo podemos hacer algo concreto para que “ganemos el año”, porque NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

Ya tuvimos más de 60 años de guerra con las FARC, con la sombra del miedo y la muerte sobre la cabeza de los campesinos. Ya tuvimos la guerra del narcotráfico, encerrados en nuestras casas, esperando con pavor la explosión de la siguiente bomba. Ya tuvimos las masacres de los paramilitares que supuestamente iban a acabar con las FARC pero, mientras tanto, despojaron de sus tierras a millones de campesinos inermes para que se enriquecieran los mismos de siempre, esos que hoy no quieren que avance el Acuerdo de Paz porque tendrán que devolver tantos miles de hectáreas que se apropiaron indebidamente. Ya hemos tenido demasiadas guerras, simultáneas algunas, dolorosas todas, y NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

Ya callamos suficiente los ciudadanos de a pie, esos que no contamos para el gobierno sino como una cifra más en las estadísticas amañadas con las que nos hacen creer que todo está bien, esos ciudadanos que no tenemos ni rostro ni nombre a la hora de tomar decisiones que degradan cada vez más nuestra calidad de vida y nos despojan cada vez de un derecho más. Pero esto está cambiando y la gente empieza a tomar consciencia del poder ciudadano, de que sí podemos hacer algo, de que NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

Noto este cambio de actitud en las recientes marchas del magisterio nacional, con el apoyo de padres y estudiantes; en las Consultas Populares promovidas desde el seno de las mismas comunidades para impedir que les acaben el suelo y el agua con el espejismo de unos dólares que solo quedarán en los bolsillos de las compañías extractivistas; en las protestas que a diario expresan en las redes sociales su hastío de los grandes canales de desinformación, su desconfianza en lo que transmiten estos engañadores y secuestradores del pensamiento nacional; en la labor de información propia que hacen a diario, y cada vez más, a través de las redes, los mismos ciudadanos. Todo esto me da confianza de que va surgiendo una consciencia comunitaria de que NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

¿Y qué es lo que podemos hacer usted y yo? Retomo una idea de una amiga virtual, periodista: A partir de hoy y hasta cuando podamos tener seguridad plena de que vivimos en Paz, vamos a expresar directamente, personalmente, que queremos Vivir en Paz. Lo haremos sin mayor dificultad asumiendo un símbolo sencillo pero expresivo: un pañuelo blanco anudado al cuello. Las mujeres también podrían usarlo en su cabeza. Esta será una Manifestación Permanente por la Paz, porque NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

Así como las Madres de Plaza de Mayo, en Argentina, comenzaron siendo unas pocas y luego se fueron sumando otras, a medida que el valor de las primeras animó a las nuevas a superar su miedo y su silencio, así también los que usemos el pañuelo blanco seremos pocos al comienzo, pero la idea fundamental es permanecer en esta Manifestación Permanente por la Paz mientras sea necesario, porque no se está a favor de la paz un día o una semana, sino todo el tiempo.

Y aquí cabe una advertencia. Al comienzo pueden burlarse de nosotros, o nos pueden echar pullas, o hacernos matoneo de otros modos, pero la actitud a seguir es no responder a esas expresiones de No-Paz. Lo único que haremos será usar nuestro pañuelo; no necesitamos hablar (si alguien pregunta adecuadamente, se le explica el sentido del símbolo, y ya); ésta será una expresión de No-Violencia, callada pero poderosa, amorosa e incluyente. Por supuesto, también lo usaremos en las redes sociales, en nuestra foto de perfil, etc.

Le invito a que me acompañe desde hoy mismo en esta Manifestación Permanente por la Paz. NO PODEMOS VOLVER ATRÁS.

Namasté.