Otra vez, a puerta cerrada y de espaldas al clamor moral de la sociedad, la Corte Constitucional decidió que el aborto se puede practicar sin límites de tiempo.

Por Carlos Alonso Lucio

Hasta el último día del embarazo, hasta el último minuto antes del nacimiento, se permitirá matar a la criatura bajo el amparo del aborto permitido.

En términos reales, la Corte fue mucho más allá del aborto. Con el embuste de defender el supuesto derecho de las mujeres a abortar que se inventaron los grupos progrefascistas, este fallo terminó legalizando el infanticidio de niñas y niños prenatales.

Es inaceptable el desprecio de la Corte Constitucional por los niños.

¿Qué pasa con esta Corte que siempre sacrifica a los niños en sus sentencias?

La última vez fue hace un par de meses cuando convirtieron la violación de niños, niñas y adolescentes por miembros de las FARC en delito político, permitiendo así que los abusos sexuales quedaran bajo la órbita de la JEP donde podrán gozar de los beneficios judiciales pactados entre Santos y Timochenco.

Ya los habían sacrificado cuando impusieron la adopción de niños por parejas homosexuales, arrasando con la Constitución y con el derecho prevalente de los niños, todo para darles gusto a los grupos LGBTI que también se arropan bajo las banderas del progrefascismo.

Ya los habían sacrificado con las cartillas de Ideología de Género de Gina Parody. Si en aquel momento no nos movilizamos multitudinariamente los padres de familia, hoy seguirían enseñándoles a los niños desde los 4 años que deben aprender a ser niñas y a las niñas que deben aprender a ser niños. Sin tanto maquillaje, esa es la forma como Ideología de Género busca pulverizar la identidad básica del ser humano.

Por este camino no demorarán en traer a Colombia, como ya lo han hecho en otros países, la legalización de la pederastia, la prohibición a los padres de opinar siquiera sobre la transexualización hormonal y quirúrgica de sus hijos, y así, cuanta obsesión individual se les ocurra convertir en política pública.

¡Hago sentir mi grito adolorido!

Que nadie venga a decirme que lo correcto y los estratégico y lo inteligente es hacerlo como ciudadano.

Claro que soy ciudadano.

Pero este grito de dolor me nace desde lo más profundo, desde mi Fe, desde mi condición de cristiano, desde lo que más siento y me importa.

Y esto que acaba de hacer la Corte Constitucional es contra Dios.