Por: Felipe Zuleta Lleras

Se cansa uno a veces de escribir columna todos los domingos. No por la rutina semanal, agradable por lo demás, sino porque este ejercicio requiere que uno esté oportunamente informado. Para eso toca estar a toda hora leyendo la prensa escrita, viendo programas de televisión y oyendo radio.

Si hay algo que canse realmente es eso, pues son tantas y tan malas las cosas que pasan a diario en Colombia que hacer ese ejercicio equivale a bañarse diariamente con un baldado de mierda. Perdonará usted lo prosaico pero no encuentro otra manera de describirlo.

No existe la posibilidad que uno no quede con el alma untada si ve estadísticas, por solo mencionar un dato, de violaciones y abusos a menores en Colombia.

“Según cifras del Instituto de Medicina Legal durante enero y abril de este año se han registrado 7.173 casos de abuso sexual a menores mientras que el año pasado fueron 5.831 para este mismo periodo. El grupo más afectado son los menores entre 10 a 13 años con 2.286 para el año pasado y 2.669 para este. Pero además preocupa el número de casos en menores de 4 años (915) y entre 5 a 9 años (2.067)”. (Fuente El Tiempo).

Si estas no son estadísticas de un país muy enfermo en todo sentido entonces dígame usted ¿Qué es esto?

Explíqueme usted ¿cómo en un día de la madre puede haber más de 51 homicidios y 5.500 riñas en el país?

Colombia está dañada, la sociedad está seriamente afectada de alguna enfermedad que le deterioró el alma. El país está grave. Y más grave aún por una monstruosa indolencia que nos domina. Ya nada nos sorprende. Excepcionalmente el crimen de alguna menor como la niña Yuliana Samboní. Pero es que casos como este hay a diario y ya ni siquiera nos perturban.

Por eso les digo que escribir se ha vuelto en un ejercicio difícil, pero sobre todo tremendamente contaminante, porque para poderlo hacer tenemos que meternos nuestra dosis mínima, pero de mierda.

Qué repugnancia de país el que hemos hecho y hemos permitido que nos hagan nuestros gobernantes. Y peor aún nosotros mismos que nos hemos dejado llevar por las redes sociales llenas de estiércol, como Twitter, que le hace mucho daño al alma. Por eso ya no estoy en ese albañal del siglo XXI que nos está haciendo un daño inmenso.

Todo lo que está pasando en Colombia es un disparate y lo más grave es que las cosas no van a cambiar llegue quien llegue a la Casa de Nariño, pues la enfermedad ya está incrustada en nuestros corazones como parte de una tragedia que parece no tener fin.

Notícula. Estamos a una semana de la primera vuelta y esta vez, como en anteriores oportunidades, no daré consejos por quién votar. Primero, porque no creo que tenga tanta influencia para convencer a alguien de votar por X o Y candidato pues a esta altura cada quien tiene su decisión tomada. Segundo, porque me parece arrogante pensar que alguien cambie su voto porque un columnista se lo diga y, tercero, porque tengo una semana para estudiar mejor las propuestas de los candidatos.