La lucha por la presidencia de la república se ha convertido en un camino de estiércol del cual muy pocos salen limpios. Lastimosamente, los insultos, mentiras, suposiciones y noticias falsas tienen más protagonismo que las propuestas serias y estructuradas.

Por: Juan Sebastián Quintero

A diferencia de lo que uno esperaría como ciudadano que quiere informarse para tomar la mejor decisión a la hora de votar por el siguiente presidente de Colombia, los candidatos (no todos, pero sí la mayoría) han decidido que el juego sucio es su estrategia predilecta para llamar la atención de los ciudadanos. Poco importan las propuestas y las respuestas inteligentes; la gente quiere sangre y pasión, y eso es lo que están recibiendo.

Comencemos por los insultos y las calumnias que llegan de todas partes para enlodar la imagen del candidato rival. ‘Paraco’, ‘guerrillero’, ‘corrupto’, ‘castrochavista’ y ‘violador’ son algunos de los adjetivos que han utilizado los políticos para ensuciar la imagen del rival. Sin fundamento o prueba alguna, los políticos, periodistas y ciudadanos calumnian sin cesar al candidato que menos les gusta. No importa si lo que dicen es mentira, lo importante es hacer quedar mal al otro y cualquier método es útil.

Al igual que los insultos, las noticias falsas, lastimosamente, están jugando un papel muy protagónico en la carrera presidencial de Colombia. Cadenas de WhatsApp, videos editados, memes mentirosos y artículos de medios de comunicación de dudosa reputación son algunos de los canales que se están utilizando para engañar y confundir a los votantes. Y, lo peor del caso, es que a las personas parece no importarles la veracidad de lo que leen y comparten. A pesar de que es de conocimiento público la existencia de estas noticias falsas, muchos las comparten a sus amigos y familiares para intentar ensuciarles a como dé lugar su decisión de voto.

Finalmente, y como consecuencia de lo anteriormente expuesto, es apenas lógico que las propuestas serias han brillado por su casi imperceptible presencia en este campaña electoral. A excepción de Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, que se han enfocado más en sus promesas de campaña que en los demás candidatos, los aspirantes a la presidencia de Colombia parecen más unos niños peleones que unos políticos. En vez de usar los espacios que tienen para seducir a los colombianos con llamativas ideas, los candidatos se dedican a hablar mal de X o Y, y a pronosticar un terrible futuro para el país si ellos no son los elegidos.

En resumen, es asquerosa la campaña presidencial que se está viviendo en Colombia. Más que una contienda electoral, lo que estamos viviendo parece una pelea de plaza de mercado en la que va a ganar el que más duro grite. Ojalá los colombianos podamos ver más allá de todos los insultos y mentiras, y elijamos a la mejor opción para el país.