En el libro de Efesios (6:10-18) la Biblia nos ilustra acerca de la armadura de Dios y de cómo debemos estar listos para la guerra espiritual. La armadura de Dios es más que un conjunto de artefactos, armas o herramientas con la cual podemos revestir nuestro cuerpo.  Ésta armadura nos exige obediencia y disciplina. Como cristianos confesos y practicantes debemos tener en cuenta que dicha armadura debe ser un complemento sólido que se va fortaleciendo en oración, lectura bíblica, ayuno y la práctica de la misericordia.

Antes de entrar a describir cada parte de ésta armadura es necesario tener en cuenta cómo es nuestra vida devocional, la pregunta es: ¿Oramos?  ¿Cómo oramos? Realmente no hay una fórmula establecida pero Jesús es muy enfático en que debemos hacerlo en privado, asumimos que tiene relación con el silencio, con la intimidad y con establecer una relación personal con Dios. Nuestra oración no debe ser egoísta y sobretodo, debe reconocer a Dios como nuestro señor y salvador.

La lectura bíblica es el alimento que viene de la boca de Dios. Con el paso del tiempo he descubierto que aquel que lee la Biblia no es engañado por las doctrinas modernas de la prosperidad, entre otras venidas del neopentecostalismo. La Biblia te fortalece, te restaura y glorifica el nombre del Padre.

El tema del ayuno no debe ser un espacio para tratar de torcer la voluntad de Dios. ¡Dios es soberano! El ayuno se debe tomar como un espacio de reflexión y de autocrítica, de formación dentro de la vida cristiana. Jesús nos presenta un modelo de ayuno durante su práctica en el desierto, y precisamente Él desecho el mundo ofrecido por el diablo… no sólo de pan vive el hombre.

La práctica de la misericordia nos ayuda para dar esperanza a los más necesitados, esto debe tener un objetivo real, tan real como ser la luz del mundo y la sal de la tierra. La misericordia no solo es para los desvalidos, los rechazados, los invisibles, sino también para aquellos que lo tienen todo, rechazan a Dios en su corazón.

Habiendo tenido en cuenta lo anterior, creeríamos que estamos listos para ser provisto de la armadura de Dios, con aquello, el yelmo de la salvación que protege nuestra mente de los ataques del diablo, nos protege de los pensamientos negativos, de los pensamientos de oscuridad y de muerte.

El escudo dela fe, nos ayuda a creer que estamos protegidos, para rechazar los ataques al corazón, nos cubre de sentimientos de amargura, de tristeza o de derrota. El cinturón de la verdad. Andemos siempre en espíritu y en verdad, como verdaderos adoradores, adoremos a Dios con todas nuestras actitudes. La verdad es Cristo. La coraza de la justicia.

Dios nos llama a ser justos, a juzgar con justo juicio como Él nos juzgará. Aquí cabe el cuidar nuestra lengua, evitar la murmuración y también es una invitación a no juzgar por las apariencias. Calzado para llevar el evangelio de la paz. Debemos llevar nuestros pies por caminos de justicia, porque unos pies fortalecidos podrán llevar el evangelio a donde queramos, sin importar las circunstancias.

Y la espada del espíritu. Para usar ésta espada es necesario alimentarnos de la palabra de Dios, para usarla con justicia y en contra de las mentiras. Una espada bien afilada esta lista para combatir ante el engaño de las falsas doctrinas y del engaño del diablo.

En últimas, la armadura de Dios es necesaria para llevar una vida de combatiente, una vida en obediencia y en constante comunión con Dios.

“Sin comunión no hay protección”

Julián Gelvez
Fundador Río Arriba