Una vez más la violencia ejercida contra una mujer causa conmoción social, y no es para menos.

Por Carlos Alonso Lucio

Ver el rostro lacerado de Eileen Moreno por los golpes de su pareja no sólo causa indignación, sino que nos trae a la memoria el itinerario de feminicidios, violaciones sexuales, acosos, que padecen muchas mujeres en nuestro país.

Es cierto que ha habido un machismo histórico por superar en Colombia, y que es preciso seguir erradicándolo, pero la difusión social de la Ideología de Género, también comienza a mostrar su lado perverso: muchachos que a fuerza de perder su identidad de hombres, sintiéndose igualiticos a las mujeres, piensan que no existe frente a ellas la obligación de respetarlas de manera especial.

La tradición que nos enseñaba que no hay razón alguna que justifique pegarle a una mujer, con que educaron a las generaciones de hombres, hasta que incursionó la Ideología de Género, parece haber desaparecido. Eso de educar muchachos para que no sepan si son hombres o mujeres, a cabalidad, termina generando más desigualdad y discriminación que las que dicen resolver.

Sin lugar a dudas, tenemos, como país, un problema estructural. Colombia está entre los países con mayor porcentaje de madres cabezas de familia. Este es, palabras más, palabras menos, uno de los países con más mujeres e hijos abandonados por los hombres.

¿Será que en Colombia está desapareciendo la hombría necesaria que requieren los hombres?

Una razón más por la cual el cristianismo se opone a la Ideología de Género.