Andrés Felipe CastañedaPor: Felipe Castañeda Muñoz

Librémonos, pues, del fanatismo, de la malsana costumbre de repetir discursos, del facilismo de decir por decir y de insultar por insultar. Elevemos una plegaria al Dios que corresponda para que nos libre de los pelmazos que salen a los medios a decir -a gritar- la primera barbaridad que se les viene a la cabeza aunque sea irracional, aunque sea mentira, aunque sea una estupidez, y también, cómo no, de los fanáticos que repiten esas barbaridades aunque no las entiendan, aunque sean irracionales, sean mentira, aunque sean una estupidez.

Oremos: que salgamos bien librados de todo este odio, de esa otra malsana costumbre de creer que aquí todos somos enemigos, que todos merecen ir al infierno menos nosotros, que todos merecen la condena y el destierro menos nosotros. Que seamos librados de una buena vez de todos esos fanatismos: de esa senadora liberal que promueve un referendo para discriminar a los que no son como ella cree que debe ser todo el mundo, o de ese senador exguerrillero que no quiere que otros exguerrilleros hagan política, o de esa otra que tiene un cuadro del Sagrado Corazón con el rostro de un señor cualquiera, uno de esos que sale a los medios a gritar la primera barbaridad que le pasa por la cabeza.

Que seamos librados de una vez por todas del ansia de condenar al otro -¡guerrillero¡, ¡mamerto!, ¡paraco!, ¡castrochavista!, ¡enmermelado!- y de creer que tenemos la verdad absoluta entre las manos para ver si podemos librarnos de otros cincuenta años de setencias y balazos. Y aunque tal vez sea mejor (o si no mejor, al menos preferible) un país que se insulta que un país que se mata, librémonos también del impulso de insultar, de agredir, de lanzar la primera piedra aunque no estemos libres de pecado.

Y también, si es posible, librémonos del mal de consciencia, del sectarismo que nos impide ver que después del 2 de octubre vamos a tener que seguir viviendo todos acá, en este mismo país. Librémonos del fanatismo para ver si al fin nos libramos del bipartidismo y sus horrores, librémonos de la insensatez o de lo que sea que nos quiera impulsar a volver atrás, justo ahora que hemos dado el primer paso para salir del infierno.

Al Dios que corresponda: no nos dejes caer en la tentación de temerle a un futuro distinto, para ver si algún día por fin dejamos de odiarnos de la misma manera en que un día dejamos de matarnos, y así, por los siglos de los siglos. Amén.