Por: Rodrigo Villalba Mosquera

En debate de control político realizado el martes anterior en el Senado sobre las afectaciones de la ola invernal en el país -del cual fui citante principal- me detuve a consciencia a hablar del cambio climático que llegó para quedarse, debido a que los dirigentes de este país lo pasaron por alto y hoy padecemos sus consecuencias. Los extremos estacionarios de verano e invierno serán “pan de cada día”, en ciclos impredecibles, con el incremento de las ondas de  calor, sequias e inundaciones, vulnerabilidad sismológica, emergencias fitosanitarias, expansión de enfermedades humanas (chicuguña, zika) y colapsos viales, entre otros.

El cambio climático es la mayor amenaza ambiental a la que se enfrenta el planeta. Es la transformación abrupta del clima, atribuido a la actividad humana que altera la composición de la atmosfera. Desde la Revolución Industrial hasta hoy, la quema de combustible fósil (petróleo, carbón y gas), que se usa para producir energía, libera gases de efecto invernadero (CO2) a la atmosfera, aumentando la temperatura de la tierra y provocando una distorsión en el sistema climático global. Aparecerá el deshielo de los glaciales, que pone en riesgo las más importantes reservas de agua dulce del mundo y que causará el aumento del nivel del mar.

Por el cambio climático hemos padecido el Fenómeno del Niño, incremento de calor, sequia, erosión de suelos, y luego fuertes lluvias con mayores precipitaciones con el Fenómeno de la Niña. El almanaque Bristol ya no sirve a los campesinos para determinar las épocas de siembra y de recolección, pues se alteró todo el ecosistema.
Para enfrentar el cambio climático en Colombia deberíamos echarle mano a los cuantiosos recursos de los OCAD de regalías de ciencia y tecnología, hoy dedicados a proyectos inocuos de los gobernadores.

197 países del mundo en el 2015 firmaron el Pacto de París para enfrentar el fenómeno del cambio climático. Y la noticia de la semana -pésima noticia- fue que la primera potencia del mundo, en cabeza de su presidente Donald Trump, anunció el retiro de EEUU del Pacto global de lucha contra el cambio climático. Trump aduce que con éste los estadunidenses perderían 2,7 millones de empleos para el 2025, mostrando una miope posición económica, proteccionista, nacionalista y retrograda, siendo USA los segundos mayor contaminantes del planeta, y alejándose del resto del mundo en su liderazgo universal.  Alemania, Francia e Italia mantienen la vanguardia. “Estados unidos le ha dado la espalda al mundo pero Francia no le dará la espalda a los estadunidenses”, dijo el presidente francés Macron.

El Pacto de Paris había sido signado por el presidente Barack Obama, con el compromiso de reducir, para el año 2025, las emisiones de gases de efecto invernadero en un 26%. Con esta actitud, Estados Unidos y su presidente Trump, apartándose del Pacto global de lucha contra el cambio climático, se suman a pequeñas causas de gobiernos como el de Siria y Nicaragua que se negaron a firmarlo.

Quiera Dios que la posición errática y mezquina de Trump no produzca efecto dominó.