Vivi, a sus 8 años sigue jugando a salvar vidas.

Su olfato supera cualquier máquina o cualquier tecnología que tengamos actualmente. Los humanos, en un esfuerzo sobrehumano, somos capaces de oler hasta 700 partículas. Ellos, pueden percibir más de 9 millones de sustancias. Es por eso que los perros son parte importante de la lucha antidrogas de nuestro país desde 1972, cuando se incorporaron por primera vez caninos a las labores de detección de sustancias ilegales.

Bamby, de raza Golden Retriever , tiene tan sólo un año y ya es experta en hallar marihuana, cocaína y otras sustancias alcaloides. Ella aprende y se ejercita cada día en ésta tarea, junto a su guía y entrenador, el Soldado Profesional Mauricio Fierro, del Comando Batallón de Infantería No. 39 “Sumapaz”, para que cada vez que la llamen a trabajar, ella cumpla con su deber de encontrar sustancias narcóticas.

El binomio Bamby- Fierro, se certifica cada 4 meses en detección de narcóticos.
El binomio Bamby- Fierro, se certifica cada 4 meses en detección de narcóticos.

En los entrenamientos la premisa central es el juego, el éxito de un perro fiscal está en el juguete con el cual entrenan o mejor dicho, juegan. Ese juguete de color blanco, contiene en su interior la sustancia con la cual debe asociarse al perro, sean narcóticos o explosivos. Si los caninos se asocian bien al juguete, ellos harán bien su trabajo.

Los perros antinarcóticos, generalmente trabajan en lugares cerrados inspeccionando maletas, casas,  recintos cerrados, personas. Ellos pueden adoptar la señal pasiva o agresiva, osea que se pueden sentar o también pueden raspar, buscar la sustancia y sacarla con la boca.

«Existe el mito de que a los perros los volvemos adictos, eso no es cierto, ellos se asocian por su sistema respiratorio, a través de su trufa (naríz) a la sustancia con la cual se está entrenando, pero en ningún momento consumen ninguna de las sustancias», aclara el soldado Fierro.

Por su parte, los perros de explosivos son de terreno, es decir, que están preparados para hacer su trabajo en terreno abierto, y la señal que adoptan al encontrar la sustancia explosiva es pasiva, lo que significa que el perro se sienta y espera la instrucción de su guía.

 

Killer, Golden Retriver de 5 años, también hace parte del equipo antinarcóticos del comando.
Killer, Golden Retriever de 5 años, también hace parte del equipo antinarcóticos del comando.

La detección de narcóticos y explosivos en Colombia se logra en buena parte gracias a la labor de estos perros, que por lo general prestan servicio entre cuatro y seis años.

Vivi, es una labradora de 8 años, que se niega a dejarse «dar de baja» o pensionarse. A pesar de su avanzada edad, Vivi no pierde el interés en el juguete que la hace una de las mejores perros antiexplosivos del país. Cada cuatro meses ella vuelve a certificarse y sorprende con sus resultados extraordinarios, no sólo en entrenamiento, sino en campo. «Ella esta en la capacidad de centralizar y ubicar sustancias explosivas, ella no busca minas, ella busca sustancias con las que ella está asociada, sustancias químicas explosivas», dice con orgullo Fierro. Vivi, al parecer, no es consciente de que su verdadero juego consiste en salvar vidas humanas con cada detección que realiza.

Vivi, es labradora y tiene 8 años al servicio del Ejército.
Vivi, es labradora y tiene 8 años al servicio del Ejército.

Los uniformados como Fierro, que conforman el binomio encargado de las tareas de ubicación de narcóticos o explosivos, aseguran que el vínculo con los canes está basado en la confianza generada por sus insuperables capacidades olfativas. Pero también se puede decir que cada canino es parte de su familia, por algo son sus compañeros inseparables de cada día.

Con juguetes como éste, los canes aprenden a realizar la detección de sustancias.
Con juguetes como éste, los canes aprenden a realizar la detección de sustancias.

En definitiva podemos decir que en Colombia, la efectividad de la lucha antidrogas y el hallazgo de sustancias explosivas en la ciudad y el campo, depende en gran parte, del instinto más básico de los perros: el juego.