¿Qué son y para qué sirven los embalses? Aquí toda la información.

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Tres de los embalses del centro del país, a saber, El Neusa, El Sisga y El Hato, son operados por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), los dos primeros hacen parte del agregado Norte y están sobre la cuenca alta del río Bogotá y el tercero, es un sistema de regulación ubicado en el municipio de Carmen de Carupa, en la cuenca alta del río Suárez, sobre su tributario, el río Ubaté.

Si bien los embalses han sido importantes para la regulación del recurso hídrico, particularmente del río Bogotá como principal corriente de la jurisdicción de la CAR, su papel ha cobrado mayor importancia ante los desafíos del cambio climático.

Con el fin de hacer pedagogía sobre el funcionamiento y operación de estas estructuras hidráulicas que seguirán siendo objeto de interés independientemente de las medidas de racionamiento y ahorro de agua que se impartan, a continuación, se explican los aspectos relevantes de los embalses:

¿Qué son y para qué sirven los embalses?

Los embalses son depósitos artificiales de agua, que se alimentan de fuentes superficiales como ríos, quebradas, arroyos, entre otros y también, en algunos casos, de aguas subterráneas.

Los embalses están diseñados para propósitos específicos tales como abastecimiento de acueductos, generación de energía eléctrica, abastecimiento para distritos de riego, reguladores o para varios fines.

¿Cuáles son los embalses a cargo de la CAR?

La CAR opera y maneja los embalses de El Neusa, ubicado en jurisdicción de los municipios de Cogua y Tausa con una capacidad de 102 millones de metros cúbicos de almacenamiento de agua; también El Sisga, en inmediaciones del municipio de Chocontá, con una capacidad de 90.2 millones de metros cúbicos. El primero cumple las funciones de abastecimiento y regulación, en tanto que El Sisga es únicamente para regulación.

Y un tercer embalse, El Hato, ubicado en jurisdicción del municipio de Carmen de Carupa sobre la vía que de Zipaquirá conduce a Ubaté, y el cual puede almacenar un volumen de hasta 14.4 millones de m3 de agua.

¿Cuál es la importancia de los embalses en tiempos de cambio climático?

Tras la prolongación del fenómeno de El Niño, los tres primeros trimestres de 2024 se caracterizaron por las altas temperaturas, la ocurrencia de varios incendios forestales y desde luego, el descenso en los niveles de los embalses que abastecen tanto a la capital como a buena parte de los municipios de las cuencas alta y media del río Bogotá y que obligaron a las autoridades a decretar el racionamiento de agua para la ciudad capital y algunos municipios aledaños.

La crisis climática afectó en mayor grado los embalses que conforman el Agregado Sur y el Sistema Chingaza, los cuales son operados por la Empresa de Acueducto de Bogotá, cuya recuperación se viene dando de manera gradual con la llegada de la segunda temporada de lluvias, aunque a la fecha no logra acercarse a la meta.

Apoyada en sus sistemas de monitoreo, a lo largo de 2024 la CAR generó reportes diarios e ininterrumpidos del estado de los embalses propios, así como de los sistemas de regulación a cargo de la Empresa de Acueducto de Bogotá, tanto a nivel técnico, representados en boletines diarios y mensuales, como informativo, a través de un resumen diario publicado en las redes sociales y canales externos de la Entidad.

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Aún con las difíciles condiciones descritas y gracias a una adecuada operación, los embalses a cargo de la CAR mantuvieron niveles apropiados, por una parte, con las descargas mínimas en períodos de altas precipitaciones y con las requeridas para mantener niveles favorables en las fuentes reguladas.

Para el caso de los embalses El Sisga y El Neusa, los cuales junto con Tominé, conforman el agregado

Norte, el cual es el sistema regulador del río Bogotá, fue posible mantener regulada esta corriente tanto en periodos de altas lluvias como en temporada seca, realizando los cierres y/o aperturas controladas según el caso para mantener los caudales necesarios.

¿Cómo se mide el nivel de los embalses?

Si bien la CAR cuenta con una red de monitoreo hidrológico representada en 433 estaciones entre satelitales y convencionales, la recolección de información de los niveles se hace de manera manual a partir de las lecturas de las estaciones limnimétricas conocidas comúnmente como miras o regletas, ubicadas en puntos estratégicos, la cual se realiza a las 6:00 a.m. de cada día y se envía por dispositivos para su consolidación y análisis.

Es importante tener en cuenta que el agua que se capta en un embalse se almacena con fines de regulación, abastecimiento y en algunos casos, para generación de energía, que no es el caso de los sistemas de la CAR.

Los embalses en temporada de altas precipitaciones pueden cerrar las descargas totalmente, mientras que los que tienen como propósito abastecimiento y regulación pueden disminuir la descarga al mínimo requerido para garantizar dicho servicio.

En temporada seca se operan los sistemas de descarga para mantener y garantizar el caudal requerido para los usos establecidos. En eventos extraordinarios los embalses pueden superar los niveles máximos de operación, caso en el que las aguas de exceso son conducidas a través de un vertedero, pudiendo ser de descarga libre o regulada mediante compuertas.

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¿De qué depende que un embalse aumente o baje de nivel?

Teniendo en cuenta que los embalses se alimentan de una o más corrientes hídricas, su ascenso o descenso de nivel depende de la cantidad de agua que entre al vaso o cuerpo y del caudal descargado por estos sistemas. Lo anterior significa que la cantidad de agua dependerá del régimen de lluvias y de las condiciones climáticas de una determinada zona o región.

Ello explica que el nivel de los embalses aumenta considerablemente si llueve en las zonas de recarga hídrica, como es el caso de los ecosistemas de páramo o bosques, los cuales son elementos disipadores para evitar crecientes súbitos, así como reguladores y dosificadores del recurso hídrico, ya que por infiltración y retención aumentan los tiempos de liberación del agua a las fuentes superficiales.

Vía CAR