Según la madre de la menor, al menos diez estudiantes de la institución la tiraron por las escaleras y la golpearon a la entrada del colegio.
En el hospital de Meissen, en el sur de Bogotá, permanece una menor de 13 años, quien, de acuerdo con su familia, la semana pasada fue agredida por sus compañeros del colegio distrital José María Vargas Vila, en medio de un caso de matoneo, que habría comenzado hace un año.
(Familia y escuela: claves para prevenir y enfrentar el “bullying”)
Según informó la madre de la menor a Noticias Caracol, el pasado miércoles, la niña fue agredida dentro y fuera del colegio, “la tiraron al piso. Ella quedó inconsciente porque la encendieron a puños y patadas. Le pusieron una navaja y le dieron dos puntazos en el cuello”.
La joven, que se encontraba en sexto grado de bachillerato, fue agredida dentro del centro educativo donde las menores la habrían tirado por las escaleras. “La niña mucho antes venía sufriendo de bullying dentro del colegio”, dijo la madre, quien además indicó que el colegio ha sido indiferente ante la situación, pues además de que no se habría interesado por su estado de salud, no ha querido identificar a las agresoras.
Afirmó que «el viernes fue a pedirle los datos al rector para hacer la denuncia pero no me quiso colaborar y me tocó con ayuda de la Policía«, por lo que teme que pueda ocurrir con otro menor que estudia en el mismo colegio y ya teme porque puedan tomar represalias contra él.
Hasta el momento, la Secretaría de Educación no se ha pronunciado frente al tema. De acuerdo con cifras del Distrito, entre 2015 y 2018 se han aumentado los casos de matoneo dentro de los colegios, ya que se pasó de un registro de 533 casos a 631, respectivamente.
Según indicó el psiquiatra José David Téllez, en un artículo escrito para este medio, «los padres tienen una responsabilidad más allá de la crianza, en donde deben mantener estrechos canales de comunicación con su hijo, que le permitan contar con confianza lo que está pasando y lo que siente, así mismo cuando se le pregunte por su vida escolar es necesario indagar más allá del desempeño académico y lo que se refiera a las relaciones con sus compañeros».
Mientras que asegura que los colegios están en el deber de elaborar y poner en marcha «políticas en el ámbito académico, con el fin de prevenir conductas agresivas por parte de los estudiantes, y por último, sensibilizar a los docentes para que estén atentos a los cambios de comportamientos o conductas que presenten los estudiantes».
Con información de EL ESPECTADOR