Y el crecimiento económico por caminos de desaceleración. 

Por: Henry Amorocho Moreno

Entre el 26 y el 27 de septiembre/22 el dólar subió $ 110; y en la primera semana de octubre, posiblemente lo hará en un monto cercano a máximos históricos por el orden de los $ 4.650. Lo anterior, es una estimación bastante factible, porque soplan vientos de inestabilidad; relacionados con los anuncios de recesión económica informados por el Banco Mundial, con fundamento en la manera, como viene afrontando USA con incremento de tasas de interés, su lucha contra la inflación. Igualmente, los precios del petróleo que, llegaron el 27 de septiembre a niveles mínimos del año/22 (US$86.54 petróleo Brent y Wti a US$78.92); y el declive de la libra esterlina en más del 20% han contribuido al impulso del dólar como mercado refugio.

 

De la misma manera, las restricciones en la oferta petrolera en el golfo de México por el huracán IAN y las expectativas de recorte de oferta petrolera en los países de la OPEP después de su reunión del 5 de octubre hacen prever que, el dólar podría tener un comportamiento entre $ 4.650 y $ 4.670, para la primera semana de octubre.

Por otra parte, se espera con mucha expectativa que, la tasa de intervención del Banco de la República no llegue a 2 dígitos; es decir a un registro del 10% para el próximo 29 de septiembre; pues no estaríamos en el más recomendable de los escenarios; y es menester que el nuevo gobierno y la junta directiva del Banco de la República le dediquen especial atención, ya que una tasa de interés del 11%, inflación del 11%, devaluación cercana a los $ 4.400 y desaceleración del crecimiento económico de por lo menos un punto a 31 de diciembre/22, se constituye en un panorama macroeconómico del más absoluto cuidado y de la más inminente actuación.

Así las cosas, además de la reforma tributaria, el gobierno debe colocar todos sus esfuerzos estratégicos y de política pública; para superar este tríptico problema de inflación, devaluación y tasas de interés que, traerá como resultado un menor crecimiento económico, una desaceleración del desempleo y un aumento de la pobreza monetaria entre otros.