En 27 años el salario de congresistas pasó de 14 mínimos a más de 40. 

Bogotá, D.C., 12 de septiembre del 2018

El salario de los congresistas, que los partidos políticos acordaron congelar por los siguientes cuatro años y reducir desde el 2022, representa casi 44 veces lo que se ganaba un parlamentario en 1991.

En el mismo lapso, el salario mínimo pasó de 51.716 pesos a los 781.242 de la actualidad: es decir, se multiplicó por 15. Esa cifra representa la tercera parte de lo que crecieron los ingresos de los senadores y representantes y muestra la enorme brecha que hay entre los dos ingresos de referencia del sector público colombiano.

Hoy, lo que le llega a un parlamentario cada mes (de la suma hay que descontar los descuentos de ley) son 31 millones 331 mil 823 pesos. En 1991 eran 714 mil 665 pesos.

La revisión de las cifras históricas muestra que, en promedio, cada año el aumento del los congresistas superó el millón de pesos, mientras que el aumento del mínimo estuvo, en promedio, en menos de 30 mil pesos.

El acuerdo, que forma parte del desarrrollo de la Consulta Anticorrupción, establece además que los próximos congresistas tendrán un ingreso de 25 salarios mínimos (unos 20 millones de pesos de la actualidad).

El crecimiento desproporcionado de los ingresos de los parlamentarios (que son la base además para definir los sueldos de los altos magistrados de las cortes, el Fiscal General y otros altos funcionarios) se dio porque desde los años 90, cuando el mismo Congreso autorizó una norma según la cual a esos funcionarios les aumentarían puntos porcentuales por encima del costo de vida, beneficio que no se aplicó en la misma proporción para los trabajadores que recibían el salario mínimo. 

Esa gabela se eliminó finalmente, al igual que la que les permitía a los congresistas y altos funcionarios jubilarse con el promedio de ingresos del último año y no como el resto de colombianos afiliados a Colpensiones, que reciben un porcentaje (usualmente, el 75 por ciento) del promedio de aportes de la última década.

Fuente EL TIEMPO