Se busca prevenir un desborde en el manejo de cuerpos en caso de un tercer pico de la pandemia.

El Gobierno de Cundinamarca que orienta Nicolás García Bustos, considera la idea de construir más morgues y cementerios para resolver el colapso que se presentó durante el primer y el segundo pico de la pandemia causada por el nuevo coronavirus.

El objetivo, tanto para los cementerios como las morgues, es que los municipios de Cundinamarca cuenten con los recursos para responder ante una emergencia de este tipo, si llega a ocurrir el denominado tercer pico de la pandemia.

La presencia del virus hizo patente la restringida capacidad de las morgues en el departamento, saturadas por los 762 fallecimientos ocurridos en enero. En lo corrido del año de la pandemia son 2 mil 754 muertes, razón por la cual suficiente el gobierno seccional pretende ampliar la capacidad instalada en el departamento, especialmente en los cinco municipios más afectados: Soacha, Girardot, Facatativá, Zipaquirá y Fusagasugá.

El balance para estos municipios, priorizados en el Plan Nacional de Vacunación, por la alta incidencia de fallecidos por la Covid-19 es de mil 446 fallecidos, con corte a febrero.

El secretario de Salud del departamento, Leonardo Rojas, ordenó un inventario de cementerios y hospitales con el fin de verificar si la norma técnica que establece que cada cementerio debe contar con una morgue se esté cumpliendo en Cundinamarca. El resultado le permitió establecer que, pese a cumplir dicha regulación, tanto morgues como cementerios y hospitales no contaban con la capacidad necesaria para atender la crisis generada por los fallecidos por el virus.

Según el funcionario, la situación cambió de reportar tres o cuatro casos diarios, a seis y siete durante la pandemia. Además, muchos de estos hospitales de la red pública al carecer de una morgue en propiedad y contar con un depósito en el que los cuerpos eran radicados ‘temporalmente’ quedaron con este espacio habilitado permanentemente, lo que acarreó incomodidades para el personal de Medicina Legal y de salud.

“Lo que pasa es que, en el caso de las instituciones de servicios de salud, hay una norma que les permite no tener morgue sino un depósito transitorio de cadáveres; es decir, un salón con un mesón para hacer las necropsias. Esa flexibilización hizo que los centros de salud se quedaran con ese depósito solamente”, resaltó el funcionario en diálogo con El Espectador.

Este hecho motivó a plantear la ampliación de morgues en el departamento. No obstante, los alcaldes de los cinco municipios afirmaron que carecen de recursos para dicha expansión, lo que ha obligado al departamento, junto a la Defensoría del Pueblo, a diseñar una idea alternativa, que consiste en adecuar estos espacios para atender la crisis.

Para los administradores de los cementerios, la situación se complicó debido a que en estos municipios se agotaron las bóvedas para guardar los cadáveres de quienes fallecen tanto por la Covid-19, como por otras causas. Cáqueza y Fusagasugá tuvieron que acudir a medidas extremas como desplazar los cuerpos a otros municipios para exhumarlos o solicitar apoyo para la construcción de bóvedas adicionales en los camposantos.

En el caso de Fusagasugá, la norma técnica impide exhumaciones en la zona en que se encuentra ubicado el cementerio, sin embargo, se construyeron más bóvedas, pero continúa la discusión por la necesidad imperante del horno crematorio.

Por: Fusagasugá Noticias