Por: Juan Niño López

Juan Niño López

En lingüística, se hace una afirmación elemental que dice: “cada palabra escrita o pronunciada es el nombre de una cosa que existe en la mente y que puede existir, también, fuera de ella”. Este es un asunto tratado desde la antigüedad griega cuando Platón escribió su conocido Crátilo (Κρατύλος), un diálogo que nos aproxima a la reflexión filosófica sobre  origen de las palabras y sus significados. (http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/P/Platon%20-%20Cratilo.pdf).

Podemos dejar de discutir si la palabra es el nombre que denota la naturaleza de una realidad mental y extramental o si, mejor, es un término con significado acordado entre hablantes. En este pacto, revisemos, por ejemplo, la palabra Espíritu, que hoy está bastante olvidada y que fue muy  importante en épocas pasadas.

Espíritu es el nombre de una cosa muy diferente a psiquis, mente, alma o ánimo. La palabra en latín “spiritus” dio origen, en el castellano, a la palabra “espíritu”. Para los antiguos latinos, que percibían el mundo y la vida como dualidades de Espíritu-Materia, este era “vitalidad que permanece después de la muerte del cuerpo”. Espíritu fue “Soplo eterno de Vida”. Por una metáfora, Espíritu es aire que respiramos, que nos permite vivir.

Cada cosa, cada ser, cada grupo de individuos, cada sociedad y época tienen su espíritu; decimos esto para dar a entender que cada entidad tiene en su vida una esencia particular similar a la que tienen los perfumes y los vinos; a éstos últimos, como a otros licores, los llamamos bebidas espirituosas por el efecto que producen, exactamente, en nuestro espíritu. En resumen, “todo tiene su Espíritu”. Llegamos a hablar, abusivamente, del Espíritu de  Dios (Espíritu Perfecto) y del espíritu de mejoramiento o perfección; del  espíritu recto, honesto, de voluntad y coraje. Con frecuencia se ha usado la palabra Espíritu para señalar la naturaleza de una realidad especial identificada como “un ser que está en todas partes y cosas”; y de varias otras formas nos referimos al Espíritu sin atinar y lograr saber qué es “en realidad” eso que así llamamos. Friedrich  Hegel, en 1807, escribió un ensayo muy difícil de leer, titulado ostentosamente “Fenomenología del Espíritu”; nunca antes ni después se intentó semejante osadía, que para nosotros, hispanohablantes, resulta muy difícil de emprender y concluir; se sabe que para los alemanes este escrito es todo un laberinto. (http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/86/JoseAntonioPardoDequetratala.pdf).

De este modo, nos tenemos que contentar con que para entender el concepto de Espíritu lo mejor es atenernos a alguna idea primaria o intuición sin más elucubraciones.

Dada la complejidad del tema, yo opté por “ensimismarme” y pretender entender mi propio espíritu para averiguar si por este método puedo entender el de los otros; doy fe de que algo logré.

Espíritu no es mi mente ni mi psiquis ni mi alma; tampoco es mi estado de ánimo. Es todo esto y mucho más. El Espíritu no es una facultad ni un don; se parece más a una adquisición por la que hay que pagar un valor altísimo de vida: Casi toda la vida hay que dar para tenerlo y cuando ya se tiene se descubre que es solamente un reflejo. Es el reflejo de todo lo otro en mí; de todo lo pasado y lo presente a los que sirvo de proyecto al futuro. Mi espíritu no soy yo, sino todos los otros que existieron antes de mí y los que existen, ahora, conmigo. Mi Espíritu es mi Padre y mi Madre, mis Hermanas y Hermanos, mis Abuelos, mis Tíos y mis Primos, todas mis familias, Esposa, Hijo, Sobrinos y Sobrinas, desde el mismo origen del Universo o Universos, sus amigos y enemigos, cada cosa del pueblo donde nací y cada cosa del pueblo donde me crié, donde viví, cada cosa del pueblo donde vivo, cada cosa que fue antes de mí y cada cosa que hoy es conmigo. Cada cosa o causa es mi Espíritu y entiendo que cada cosa es, también, una persona.

El Espíritu es la esencia de las cosas, compuesta por palabras que se crean y se dicen para no permanecer en silencio sin mostrarlas, porque Espíritu es, ante todo, movimiento, sonido, reflejo hacia arriba y al mañana.

El mejor sinónimo de Espíritu es Usted. Espíritu es el resumen de lo que ha sido, es y será toda la eternidad sin fin de tiempo ni espacio. Espíritu somos todos en uno, todo en la unidad del instante que sigue, simpleza de hoy.