Las noticias de cada día parecen informar nuevas formas en que la ciencia está mejorando nuestras vidas.
Por: William Rodríguez
Los científicos han dado el siguiente paso en el desarrollo de lentes de contacto que hacen zoom cuando parpadeamos . El Consumer Electronics Show (CES) de este año otorgó un premio a una botella de agua conectada por Bluetooth que reproduce música, toma y recibe llamadas telefónicas y ofrece identificador de llamadas.
Los avances científicos están cambiando nuestras vidas a diario. Por ejemplo, miles de personas tienen dispositivos RFID o identificación por radiofrecuencia implantados en sus cuerpos para que puedan activar puertas y cerraduras computarizadas. Un propietario de Tesla implantó recientemente en su brazo el chip RFID que enciende su automóvil.
Los auriculares ahora ofrecen traducción de idiomas en tiempo real. Se están probando exoesqueletos que permiten a los soldados caminar largas distancias sin fatiga. Un hombre daltónico puede detectar el color a través de una antena injertada en su cráneo.
Los cristianos no deberían ver a la ciencia como un enemigo. Por el contrario, deberíamos ser los mejores científicos. La biblia y la ciencia no se contradicen, aunque la biblia no es un libro de ciencia tiene una exactitud que sorprendería al más escéptico, por ejemplo, en el año 700 A.E.C. el profeta Isaías ya había dicho que la tierra era redonda, el libro de Job habla del peso del viento y así muchos otros ejemplos.
La Biblia dice que Dios les dio a Daniel y a sus amigos «aprendizaje y habilidad en toda la literatura y sabiduría» (Daniel 1:17). Tenga en cuenta que esta «literatura y sabiduría» estaba dentro de la sociedad babilónica.
El hecho de que Dios bendijo a estos hombres en una tierra y cultura «paganas» muestra que puede permitirnos sobresalir en todas las dimensiones de la vida, no solo en el llamado mundo «religioso». No hay división secular-sagrada en la Escritura. Dios llamó a todo lo que creó «muy bueno» (Génesis 1:31) y le recordó a Pedro que nada de lo que creó debe considerarse «inmundo» (Hechos 10: 9-16).
Aunque nuestro mundo está caído y quebrantado debido al pecado (Romanos 8:22), nuestro Señor nos asegura que aún puede mostrarnos «cosas grandes y ocultas que no has conocido» (Jeremías 33: 3). ¿Quién mejor que el Creador del universo para revelar la verdad sobre su creación? ¿Quién mejor que los hijos de Dios para escuchar su voz?
Debemos pensar y creer que si todavía faltan muchas cosas por inventarse para ayuda de la humanidad el Dios de que creo los cielos y la tierra sabe cuáles son y desea hacérsela saber a sus hijos.
Cuando Moisés estaba siendo «instruido en toda la sabiduría de los egipcios» (Hechos 7:22), no podía haber imaginado las formas en que Dios lo usaría para llevar a su pueblo de la esclavitud egipcia a su Tierra Prometida. Cuando Pablo estaba aprendiendo filosofía secular en Tarso, no podía haber imaginado el día en que citaría a filósofos seculares para ganar líderes intelectuales para Cristo (Hechos 17:28, 34).
¿Acaso el Santo Dios no puede usar para su gloria lo mejor de nosotros para dar a conocer su poder y amor entre aquellos que no le conocen?
Jesús nos ordena amar a Dios «con toda tu mente» (Mateo 22:37). Un sabio mentor dijo: «El Espíritu Santo tiene una afinidad extraña por la mente entrenada». Mientras más preparados estemos, más utilizables somos.
Dios merece lo mejor de nosotros. Nuestro mundo roto necesita lo mejor de nosotros. Cuanto mayor sea nuestro compromiso con la excelencia, mayor será nuestro servicio al reino de Dios y al bien común.
Max Lucado señala: «Cuando haces más de lo que haces mejor, le pones una sonrisa a Dios en la cara.»