Actualmente las mascotas han ocupado un gran espacio entre los seres humanos. Incluso, los perros y los gatos se han considerado como hijos y miembros de la familia.
La situación ha tocado los extremos que el experto en caninos, César Millán considera que tal conducta adoptada por los seres pensantes y ese exceso de cariño dado a los animales, pudiera considerarse como maltrato animal.
¿Cómo el amor hacia una mascota se convierte en maltrato?
El amor por los animales hace que las personas los traten como seres humanos y por eso se pueden ver restaurantes de lujo para perros, escuelas, fiestas de cumpleaños, clubes, peluquerías, almacenes de ropa y otros establecimientos dedicados a someter a los animales a actividades propias de las personas.
Cesar Millán explicó que si bien los dueños de los perros hacen esto porque quieren mucho a sus mascotas, eso no significa que sea un buen trato. Por el contrario, humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e inseguros.
“No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia. Por eso quieren llenar ese vacío con los animales. Pero los animales se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas”, aseguró Millán en una entrevista con la revista mexicana Contenido.
“Un perro de la calle se comporta mejor que uno que vive dentro de la casa. Tiene ese reto de sobrevivir, de buscar alimento y desarrolla todas sus capacidades. El perro que vive en la casa no tiene trabajo, no camina más de 15 minutos, no tiene propósito”, añadió el especialista.
Análisis por profesionales
Esta problemática ya está siendo analizada por otros expertos como el estadounidense Gary Francione, abogado y especialista en derechos de los animales, quien considera que la humanización de los animales es moralmente negativa ya que les impone sufrimientos innecesarios. Francione considera que los dueños les imponen reglas humanas irrespetuosas que van desde los peinados hasta el maquillaje, y que atentan contra la identidad del animal.
El debate ahora sobre el derecho de las animales consiste en averiguar quién vive más feliz: ¿El perro vagabundo que sigue libremente sus instintos, sin estar sometido a ninguna regla, o aquel que está en el sofá de una casa aislado del resto de sus congéneres?
Con información de La Semana