“Cuando los niños y las niñas, miran en la misma dirección, mantienen juntos la esperanza”

Por: Nelcy Cuéllar Ibáñez

Un ambiente donde la niñez hace amistades, aprende a trabajar y a jugar en forma conjunta cooperando y bajo el respecto a la interdependencia de todos los seres vivientes, construye la base para un mundo pacífico.

Desde este tópico, gestionar actividades de integración entre las niñas y los niños, es una estrategia para promover la equidad entre los géneros procurando reconocer y superar los problemas de exclusión, originados por actitudes culturales que dan mayor importancia a las diferencias biológicas que a la similitud de posibilidades y de derechos en orden intelectual, social y afectivo.

Las instituciones educativas, son por esencia los lugares prácticos para la formación de mentes pluralistas que valoran las diferencias como parte de la riqueza de los grupos y desarrollan la capacidad de aprovecharlas en beneficio de todos.  Es así como, la coeducación bien entendida contribuye a lograr cada vez más plenamente, el primer fin de la educación que busca el buen desarrollo de la personalidad y debe garantizarse de igual manera para niños y niñas con el apoyo de padres y madres de familia.

La coeducación es un método educativo que parte del principio de la igualdad entre sexos y la no discriminación por razón de sexo. Coeducar significa no establecer relaciones de dominio que supediten un sexo a otro, sino incorporar en igualdad de condiciones las realidades y la historia de las mujeres y de los hombres para educar en la igualdad desde la diferencia”. (tomado de Wikipedia)

En ese orden de ideas, la educación tiene una importancia vital en el rumbo de las relaciones entre hombres y mujeres y la sociedad, para contribuir a cuestionar la estructura misma de la relación de pareja actual; además a inferir como obsoleta, la designación de roles y de funciones que se ha tenido tradicionalmente y a encontrar caminos de cooperación para entenderse como personas diferentes pero complementarias.

Con estas acciones, se fundamentan procesos de cambio que pueden llevar al mejoramiento en el actuar de cada uno de los géneros, aceptando sus diferencias y logrando excelentes niveles de comunicación.

Cabe resaltar, que las experiencias de intercambio familiar que ha permitido el confinamiento por la pandemia, dejan entrever que es posible cimentar conductas que elevan la autoestima, asimilan reglas básicas de cortesía que aseguran la buena convivencia, practicando la sabiduría de los integrantes del hogar, el sentido común, los acuerdos mutuos y el amor por el otro y la otra.  Todas bajo reglas basadas en el respeto y la consideración hacia los demás que sólo se asimilan bajo la vivencia y el buen ejemplo.

Finalmente, quiero dejarlos con la bella historia que encontrarán en https://muhimu.es/diversidad/sawabona/, que sin duda enriquecerá su compartir familiar.