Panorámica desde el Séptimo Piso

Por: Andrés Becerra L.

Andrés Becerra L.
Andrés Becerra L.

A diario recibimos por las redes cadenas que prometen milagros exprés con el simple requisito de reenviarla a 15 o 20, o a todos sus contactos.

Algunas cuentan una historia truculenta de cómo alguien ganó algo, o se salvó de una muerte dolorosa, o se curó de una enfermedad terminal, todo por haber rezado una oración que allí viene incluida y reenviarla a un montón de otros incautos, y rematan contando otras historias de aquellos que no la reenviaron y sufrieron desgracias terribles. Es decir, o te sobornan por la ambición o te chantajean por el miedo.

Lo que me llama la atención es que recibo cadenas, como esas, de personas con formación profesional, personas que supuestamente han leído algunos libros y han aprendido a pensar por cuenta propia, personas que deberían poder distinguir entre la realidad real y las ilusiones que en este mundo venden los “encantadores de serpientes” modernos. Pero, claro, las universidades se limitan a enseñar cuatro destrezas laborales y han dejado la estructuración de un pensamiento lógico racional a quién sabe quién; entonces, esos profesionales siguen funcionando en su vida privada y familiar desde el pensamiento mágico primitivo que recibieron en su hogar oyendo hablar de relatos de brujas y otras yerbas.

Sin embargo, hay cadenas que sí funcionan. No para que usted se gane la lotería, o para que reciba un milagro inesperado, la respuesta mágica a esa preocupación que tiene secuestrado su descanso nocturno, o qué sé yo; NO, éstas son cadenas que funcionan para construir un mundo mejor en su propio hábitat, en su localidad, así que le aportarán una mejor calidad de vida. Y no tiene que enviar correos spam ni llenar las redes con basura digital.

Una cadena que mejorará su entorno, con toda seguridad, inicia con que usted dedique algunas horas a la semana para entregar a otras personas, gratuitamente, algún conocimiento que usted tiene. Puede ser enseñar bordados, o composición de coplas, o pintura, o a tocar guitarra y cantar bien, o… ¡cualquier cosa que usted sepa hacer bien y que otras personas quieran aprender!

Al lado de aprender ese arte u oficio particular las personas estarán aprendiendo algo más importante y más valioso para sus vidas y las de sus familiares: la generosidad. Estarán aprendiendo que compartir conocimiento no empobrece a quien lo da y sí enriquece a toda la comunidad, que el amor y el conocimiento se multiplican cuando se reparten y se comparten, y esto mejorará sus corazones, sus sentimientos, su confianza en la vida, su expectativa de futuro.

Esto también le beneficiará a usted, pues quedará viviendo con mejores vecinos, es decir, cambiará de barrio sin hacer trasteo. Esto es “egoísmo” bien entendido.

Otro ejemplo de una cadena que genera buenos resultados para toda la comunidad (y por tanto, para usted también) se originó en Nápoles, Italia, y se ha venido extendiendo por muchos países; se conoce como “el café pendiente”.

Consiste fundamentalmente en que las personas compran, en los locales que han acogido esta práctica, un café para sí mismas y otro u otros que quedan pendientes, pendientes de que venga una persona que no tiene dinero para comprarse un café y lo beba. Así que no están esperando a que un mendigo las pare por la calle para pedirles alguna moneda para un café, sino que se anticipan a la necesidad del mendigo y le dejan en la cafetería lo que ellos necesitan.

Por supuesto, también pueden dejar pagos pasteles, o sopas, o cualquier otro alimento que el local venda, y quien atiende el local administra estos bienes en depósito y los entrega a quienes vienen a pedirlos.

Para que se entere un poco más sobre esta cadena, haga clic en los enlaces de estos dos videos: https://m.youtube.com/watch?v=E4_Xn1cuvkU y https://m.youtube.com/watch?v=r4UIc6wMAlg

Existe otra cadena que fue presentada en una película llamada Cadena de Favores. Las matemáticas de la misma son sencillas: si usted recibió un favor de alguien que está dentro de la cadena y usted asume participar en la misma, deberá hacer favores significativos a tres personas que también decidan participar en la cadena.

Es decir, a partir de que usted recibió y se hizo parte, empieza a servir a otros; cada vez que le hace un favor significativo a una persona (no cuenta decirle la hora o alcanzarle la sal en la mesa) y ésta quiere agradecerle, usted le explica que debe pagar el favor hacia adelante, no hacia atrás (que es donde está usted), y que debe multiplicar su beneficio por tres, o sea, servir hasta lograr reclutar a otras tres personas para la cadena. Si esta persona acepta participar, usted cuenta una para su meta de tres; si las siguientes dos a quienes usted sirve no se comprometen con la cadena, esas no cuentan para usted y debe seguir sirviendo hasta completar sus tres. Es posible que para entonces servir ya se haya convertido en un hábito para usted y siga dando sin llevar la cuenta, o reclutando más de tres en su cuenta personal.

Puede ver la película aquí: https://www.youtube.com/watch?v=bzMsZRbwjPA

Como ve, estos son apenas tres ejemplos de cadenas que están en su mano practicar, y que generan un beneficio real, concreto, no mágico ni ilusorio, en su comunidad. Si usted es consciente de lo mucho que ha recibido en la vida, de las muchas bendiciones con que se le ha distinguido, seguramente empezará alguna o algunas de estas cadenas, y estará contribuyendo al mayor milagro que necesitamos todos: que los corazones de todos se llenen de amor y sensibilidad hacia el otro.

Namasté.