Por: Byron Valencia

Los colombianos eligieron a Iván Duque para un país distinto al que pretende gobernar hoy. Para entonces el país, era talla L, hoy es talla XL, pero el presidente resultó con una talla demasiado «manga ancha» y ha ido perdiendo el hilo conductor. Es la imagen y semejanza del gobierno que sucedió: negociando o cediendo (?) en medio del conflicto.

Duque definitivamente no ha calculado bien de la riqueza de la tierra prometida, que le ayudaron a encontrar o que le llevaron a invadir, por carecer de tradición.
No ha ejercido autoridad, la nación se le ha desordenado y la democracias ha pasado a ser libertinaje, vandalismo, terrorismo y pillaje.

Las FF. AA. y de Policía, acorraladas porque el Comandante en Jefe, no ejerce. Parece que se confunde la prudencia con la tolerancia. Los empresarios y todo el aparato productivo nacional embargados moral y materialmente, por unas recuas de onagros, autodenominada oposición. Oposición criminal y marina que acobardó al jefe del estado y al gobierno. Esto, es más ni menos, que vacío de poder, golpes opinión internacionales.

Un presidente y un gobierno manoseados, nada tienen para imponer ante una mesa de covidiotas, que más bien deberían estar detenidos por violentos y por terrorismo económico.

Vacío de poder en las tres ramas del poder público. Vacío de poder en la política y vacío de poder moral en la sociedad colombiana buena, trabajadora, emprendedora y productiva.

Otra vez, el sastre se equivocó y el vestido le quedó grande al modelo se turno.