Por: Juan Niño López

Juan Niño López

La complejidad del ser humano es asombrosa; nos hace, casi siempre, impredecibles, contradictorios, fragmentarios; pocas veces íntegros, claros y transparentes; con mucha frecuencia desconfiados, medrosos o atrevidos en las rutinas.

Me pregunto: ¿Cuál es la lógica del comportamiento humano? Como respuesta únicamente encuentro un eco perpetuo: “Humano”. Estamos emparentados, etimológicamente, con humus, tierra, lodo; en latín “humanus” quiere decir “de la tierra”, un despectivo que se aplica a todo lo que no es “divino”. Somos humanos, muy humanos, esta afirmación encierra la lógica de nuestro comportamiento.

Siendo toda lógica “un formalismo” (un sistema formal) yo termino preguntándome ¿Cuáles son sus premisas, sus posibles inducciones, deducciones y abducciones? La mejor respuesta, hoy,  es “No hay, son imposibles”. El desaliento y el pesimismo, a veces, nos consumen. Muy a pesar de esto, debemos seguir riendo a carcajadas, optimistas, pues, nada de lo humano nos importa, únicamente lo divino. Mucho sabemos de Dios y sus Universos, poco sabemos de nosotros mismos. Nos decimos y creemos que somos creación a imagen y semejanza de Dioses, hechos de barro, Hijos de Dioses. En lo íntimo del cultor asirio, caldeo, babilónico, persa, egipcio, griego, romano, judío y cristiano está la idea de ser un “Hijo de Dios”.

Todas las tardes veo, miro, cómo cambia la forma del Universo: Antes de ayer era plano, ayer fue cóncavo, piramidal, convexo, hoy es esférico, largo, múltiple, uroboros, caleidoscópico siempre. “Nada se crea, nada se pierde, todo se transforma”. ¿Cómo explicar que el Universo es uno pero múltiple y que es un ser vivo pero no biótico? Cómo hacer entender que “….más allá del Universo todo está relacionado”.

Un científico nunca podrá entender estos párrafos porque busca respuestas y explicaciones a preguntas triviales. Un artista entiende lo que escribo porque busca rumbos y destinos para su espíritu, para el espíritu del mundo y para el espíritu de cada cosa suya. Para un pseudocientífico la mitología es un conocimiento falso y, hasta cierto punto,  bastante estúpido, ridículo. Para un artista toda mitología está sin concluir y el sigue en la búsqueda de nuevos mitos que expliquen sus intuiciones y deseos más allá del límite finito del tiempo y del espacio. Ya nadie entiende la Poesía. Hoy todos los poetas son malditos, todos los artistas son malditos. Quien recuerda sinceramente a Rimbaud, a Vincent van Gogh? ¿Qué sería del mundo sin Mozart, sin Beethoven?

Nada me importa la Ley de la Gravitación Universal, igual que Newton. Me importa mucho Miró, García Márquez y Pablo Neruda. En mi lista hay muchos científicos por maldecir, empezando por mis médicos de EPS.

No debo exagerar,  hay, también,  artistas ciertamente malditos que han torcido el espíritu del mundo con su espíritu torcido y científicos evidentemente bondadosos que han hecho de la ciencia un atenuante a tanta desgracia.

Seamos justos: A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. No se trata de poner en una balanza a la Ciencia y al Arte. Estos son, apenas, dos caminos muy primitivos de la complejidad humana, de la Magia Humana.  La Filosofía, la Religión, el Humanismo, la Política, la Tecnología, los Juegos de Azar, la Prostitución (también con Mayúscula), los Negocios, el Dinero disfrazado de economía, el Bien y el Mal, la Moral, la Ética y la Estética son otros árboles, entre muchos,  en la selva y el bosque del embrollo humano, de la lógica de su comportamiento. Cada mañana mastico cada palabra del “Padre Nuestro”; me gusta repetir como un niño ansioso los versos del “Desiderata”, veo el camino que tengo delante y el final que puede estar a la vuelta de la esquina. Camino buscando mi propia lógica de comportamiento. Cada quien tiene la suya propia, no existe una lógica universal del comportamiento de nuestra especie.

Es muy difícil descubrir mis premisas. Encuentro una: Mi Madre. Feliz día Mamá, con razón los antiguos te llamaron Madre.

Cuando se entiende que la lógica del comportamiento humano tiene por premisa fundamental el comportamiento de la Madre   (¡Y por qué no, también, del Padre, quien, a veces, es una Madre!), podemos verificar la verdad de todos los adagios ancestrales que se están olvidando: “De tal palo, tal Astilla”, “Hijo de Tigre sale Pinta´o; hijo de Mono, Rabipela´o”.

No obstante, la lógica del comportamiento humano no es lineal. Todo apunta a que superamos, con defecto o exceso, los modelos matriarcales y patriarcales. Así, el Ser Humano, siempre, aparece en el Universo como un ser Mágico; incluso, aparecerá de igual modo, si los ingenieros genéticos se atreven un día a crearlo.

No podemos sacrificar neuronas tratando de entender el comportamiento humano: toda filosofía y toda psicología se pueden poner en el tarro de la basura, agregándole la neurociencia y toda ciencia humana y social. Todo intento para entender y explicar la complejidad humana es fallido, porque la única premisa válida es: “hacemos lo que nos da la gana”; y, para colmo de males, no sabemos ni sabremos cómo nace ni cómo emerge esa gana.

Por miles de milenios esta especie seguirá siendo incognoscible e impredecible.

Feliz Día de la Madre, Mamá. Te quiero mucho. Me enseñaste la mejor lógica del comportamiento humano: El Amor, la Belleza, La Verdad y la Justicia.

El cerebro humano es una réplica exacta del Universo y cambia de forma, a cada instante, por voluntad divina. Hay que ser, primero,  Dios para entender este lodo llamado Ser Humano. Ningún sistema formal o fáctico puede explicar nuestro comportamiento porque lo rigen, incesantemente,  los principios del Movimiento y el Cambio  intrínsecos y extrínsecos.

Hoy, nuestro cerebro es, sustancialmente, el mismo de hace cincuenta mil o más años en la cabeza de los ancestros; las experiencias nos particularizan, personalizan y diferencian,  para cada quien son únicas, con falsos parecidos o semejanzas con las de otros; por esto, no existe ni es válida ninguna lógica de nuestro comportamiento humano, excepto la absoluta libertad.