Por: Rodrigo Villalba Mosquera

El 15 de este mes se lleva acabo la convención nacional del liberalismo, con participación de más 800 delegados, después de un proceso de reestructuración partidista con la renovación de directorios municipales, departamentales, y con procedimientos democráticos con el voto directo, convenciones locales y territoriales.

Corresponde a la convención elegir dirección nacional, que puede ser única o colegiada. Pero eso no es lo más importante, debe ser la oportunidad para desempolvar su acervo ideológico de centro-izquierda, y notificarles a los colombianos que el glorioso Partido, el de las grandes transformaciones, vuelve por sus fueros. En las reuniones preparatorias, donde hago parte del comité programático, les dije, teníamos la obligación de hacer sentir el Partido en el campo ideológico, donde tiene que sacudirse y propugnar por las grandes reformas políticas que perfeccione nuestro sistema democrático, y las profundas reformas económicas para combatir la desigualdad y reducir las brechas sociales.

El liberalismo que ha aportado tanto al desarrollo del país, hay que reconocer que por sus propios errores se ha venido a menos, sumado que a comienzos de siglo, alrededor de las vicisitudes y del arribismo de la clase política, muchos de sus dirigentes se fueron a anidar en los partidos recién creados bajo el alero del gobierno de turno. Pero la colectividad roja tuvo el carácter de hacer oposición, casi que en solitario al gobierno de Uribe; como también hoy tenemos una posición independiente frente al actual.

Nos gustaba lo que anunció Duque, que no habría dádivas para obtener respaldo en el Congreso de sus propuestas, sino respeto por la autonomía del legislativo. Pero qué va, el Ejecutivo sucumbió ante los enmermelados partidos, y por puestos y mermelada algunos se declararon de gobierno, quienes tendrán dificultades de entenderse con nosotros.

El liberalismo tiene que propugnar por reformas políticas que mejoren la transparencia electoral, fortalezcan los partidos pero con instrumentos de democracia interna. En lo económico hay que ajustar el modelo, donde el libre mercado no puede estar a sus anchas y el Estado como un espectador.

Nos convendría a los liberales antes de la convención leernos el libro del Nobel de economía Joseph Stiglitz “Capitalismo Progresista” donde propone un nuevo modelo económico. En ese tratado habla de reformas radicales del poder político y económico para que la riqueza no siga concentrándose en pocas manos. “Las economías capitalistas siempre han supuesto una mezcla de mercados privados y sector público. La pregunta no es si optar por una u otra, sino cómo combinar los dos con las mayores ventajas, hay necesidad de acción gubernamental para lograr una economía eficiente y estable, con crecimiento rápido y asegurar que los frutos de este estén repartidos equitativamente”.

Esta convención del Partido, a pesar de la virtualidad tendrá que ser importante.