Inocente e indefensa frente a las decisiones que muchos seres humanos, por miedo o crueldad suelen tomar, Génesis Blanco Ramírez, fue abandonada en el Hospital Infantil de Maracaibo, estado Zulia de Venezuela, a pocos días de su nacimiento.

Su progenitora, de quien se desconoce la identidad, la dejaría en el lugar posiblemente en un acto de cobardía, pues la pequeña nació con una deformidad craneal conocida en la medicina como Encefalocele, que no es más que un diagnostico congénito que produce abultamiento del encéfalo fuera del hueso craneal.

Para la ciencia, hace 10 años, la pequeña tendría un tiempo de vida no superior a los tres años, según las estimaciones dadas por los especialistas que llevaban su caso.

Génesis se negó a morir, viviendo por dos años de la caridad de las enfermeras y galenos del hospital venezolano, que semanalmente se turnaban su cuidado.

El cruce de dos almas y la conexión maternal que nació por una sonrisa

Siguieron pasando los meses y la pequeña Génesis crecía de casa en casa y en los pasillos del hospital.

En la Oficina de Trabajo Social del Hospital Infantil de Maracaibo, jamás llegaron reclamando a la bebé, ella representaba para las autoridades venezolanas un caso más de abandono familiar.

Sin embargo, un hecho que es imposible no atribuir a la misericordia de Dios, es que un día a la emergencia llegó una mujer, Luz Linares, quien a sus 41 años de edad, no había tenido hijos. Ella acompañaba a otra familiar con una condición de salud especial, cuando se topó con Génesis acostada en una cuna, a un lado del pasillo.

Yo la miré y ella me sonrío. Una de las enfermeras me dijo que la cargara un momento y lo hice. Desde allí sentí una conexión casi espiritual con Génesis. Desde ese entonces iba seguido al lugar a encontrarla, eventualmente también la llevaba a mi casa para cuidarla”, puntualizó.

El afecto entre estas dos mujeres fue creciendo, sin importar el miedo de que tarde o temprano, la pequeña pudiera morir.

Luz, fue claridad en la vida de Génesis, pues sin importar su condición, antes de que la infante cumpliera sus tres años, inició los trámites de adopción de la niña. Sin embargo por las perpetuas debilidades del Registro Civil en Venezuela, pasados 11 años, el oficio no fue exitoso.

Yo pude esperar y continuar con el proceso de adopción, pero los servicios médico en el país empeoraban, ya no quedaban especialistas que atendieran a Génesis, no se hallaban sus medicamentos, estuve por muchos años desesperada y temerosa de perderla. Solo tenía una opción; salir de Venezuela”, comentó Luz Linares.

La huida de Venezuela

Luz Linares, quien es profesional de la Educación, indicó que frente a las autoridades de Venezuela, ella es la responsable legal de Génesis Blanco. Por tal razón se le permite ser su representante en todos los procesos administrativos que requiere la pequeña.

No obstante a nivel migratorio, la realidad es otra, pese a que la niña, quien hoy tiene 13 años, tiene cédula de identidad venezolana, el documento no comprueba los vínculos parentales con Luz Linares, debido al proceso de adopción inconcluso.

Aun así y bajo la desesperación, la mujer se la trajo a Colombia a todo riesgo, con la esperanza de seguirla protegiendo y  evitar que la menor empeorara conforme al deterioro del sistema de salud en el vecino país.

Yo tengo Pasaporte, pero ella no. Nos vinimos por trochas y en compañía de Dios. Recuerdo que en un retén bajaron a todos del autobús y cuando me vieron con Génesis en los brazos, un oficial me indicó que me quedara dentro de la unidad de transporte. Para la gracia de Altísimo, así llegamos a Colombia”, explicó.

Luz, quien dijo haber abandonado todas sus propiedades en Venezuela, afirmó que para ella la mayor bendición y riqueza es permanecer al lado de su pequeña. “Ella es mi vida, es mi ángel y sé que Dios nos protege”, comentó entre lágrimas.

Su permanencia en Fusagasugá

La pequeña Génesis, vive en compañía de otras tres mujeres adultas y un par de niños en el barrio La Independencia de Fusagasugá. Allí los vecinos han conocido de cerca la historia de amor que motivó a Luz Linares  a migrar en busca de mejoras para la niña.

El caso ha llegado a oídos de iglesias cristianas evangélicas que han colaborado con la alimentación de la pequeña.

Otros ciudadanos al enterarse de ello, también convocan a la solidaridad. Su madre cuidadora, con habilidades en las manualidades realiza artes en lápices y decoraciones para neveras, y con su venta se ayuda, en vista que como migrante, las oportunidades de empleo le son cuesta arriba.

Un beneficio de Estado también es complicado, precisamente por el estatus migratorio de esta familia, no quedando otra alternativa que invocar al principio universal de los Derechos Humanos: el derecho inalienable a la vida, a la salud y a la protección; esperando en la solidaridad de empresas, instituciones y ciudadanos, que puedan apoyarlas para que Génesis Blanco salga victoriosa de la lucha que emprendió hace 13 años, cuando fue abandonada en aquel frío hospital venezolano.

¿Qué necesita Génesis Blanco Ramírez?

Según la información ofrecida por su madre cuidadora, la pequeña necesita medicamentos acordes a su diagnóstico, alimentos homogéneos porque no puede comer sólidos por las deformidades que presenta en su cuerpo, del mismo modo requiere pañales, una silla especial y cama para la comodidad de la pequeña. Del mismo modo que se evalúe la posibilidad de que la pequeña pueda ser atendida en los centros de salud púbicos del municipio.

 

Redacción: Luis Enrique Hurtado