«Cuando prevalece la economía de la depresión, las reglas normales de la política económica ya no son válidas: la virtud se convierte en vicio, la cautela es un riesgo y la prudencia un disparate». Paul Krugman.

Por: Henry Amorocho Moreno

El anuncio de Pfizer sobre el inicio de la distribución de una vacuna para la Covid-19 se constituye en una clara y verdadera esperanza de reactivación para el universo económico que, en la actualidad transita en buena parte de Europa por la segunda ola de contagios. De la misma manera, también sería una esperanza para nuestro país en la medida en que, con la existencia de la vacuna, se contribuiría a darle solución a dos problemáticas principales.

La primera sería, la indisciplina social para cumplir con los protocolos de bioseguridad; sobre todo en el uso obligatorio del tapabocas y en el de la directriz sanitaria del Ministerio de Salud, de distanciamiento social. La segunda se identifica, con la urgente necesidad para que el Estado reaccione, ante la absoluta evidencia que el mercado no lo va a hacer; puesto que, alrededor del 70% del sector privado permaneció frenado cerca de cinco meses.

Así pues, un fenómeno externo como el de la distribución de la vacuna desde principios de 2021, sería un mecanismo que, imprimiría confianza para que el Estado se despierte de su inefectivo y lento accionar y afronte ágil y oportunamente esta pandemia; de manera que, se motive y se fortalezca el impulso sin limitaciones de la actividad manufacturera, comercial y de servicios del aparato productivo nacional.

Confiamos que el proceso para la formalización de la vacuna sea efectivo en el tiempo y eficiente en el trámite, para que en Colombia y el mundo iniciemos el 2021 por la senda de la recuperación del crecimiento y la reactivación de la economía, que nos lleve a superar este caos de pobreza, desempleo y el deterioro generalizado de los indicadores sociales, los cuales son la consecuencia del escenario de miedo, inercia e irresponsabilidad de la gestión estatal con la que se ha afrontado la atención de la pandemia.

De la misma manera para que se abandone, de una vez por todas, la terca aplicación del equívoco y trasnochado modelo neoliberal; y se de lugar a la aplicación de políticas heterodoxas, consistentes con la solución a la nueva realidad que, nos ha traído el virus y el erróneo manejo que a la crisis se viene dando por parte de las autoridades hacendísticas y económicas del país.

No sobra advertir que, si hay un caos superior al de los nefastos indicadores sociales por el equívoco manejo que la actual administración gubernamental le ha dado a la crisis, es el de la desfinanciación del presupuesto de 2021 en la sideral suma de $30 billones. Es decir, no hay que tener la menor duda, en que habrá reforma tributaria estructural en el segundo semestre de 2021. Un déficit de tal dimensión no puede ser subsanado de otra manera, y mucho menos, cuando no se quiere acudir a mecanismos de endeudamiento razonables y consistentes con la crísis.

Por otra parte, y para ser coherentes con la afirmación arriba en referencia, observamos que el ejecutivo ha presentado la trillada alternativa de recurrir a la contabilidad creativa; utilizando nuevamente los ingresos de capital por venta de activos, en cerca de $12 billones que efectivamente no se van a producir.

Igualmente, y pese a que el gerente del Banco de la República había confirmado que no, se observa con perplejidad la reiterada práctica de recurrir a las utilidades contables del Banco de la República por valor de $7 billones; y a un sobredimensionado crecimiento económico de 6.6 % del PIB, que lo que hace es habilitar $11 billones más que, no se van a dar; solo con el fin de poder cerrar y cuadrar creativa y ficticiamente las desfinanciadas cuentas fiscales de 2021.

Finalmente, reitero que, con o sin vacuna en el año 2021, creceremos entre 4.0 y 4.5 % del PIB si el sector central del Estado ejecuta efectiva y razonablemente el presupuesto de la vigencia fiscal siguiente. De ninguna manera, es factible un rebote del 6.6% del PIB. Es más cercano que Ada Luz llegue a la casa en el aire de Escalona, que nuestra economía crezca en 6.6 % del PIB en 2021.